Secretos de un micrófono abierto

microfono

Es inevitable que esta semana no hablemos de Granada con su VII Festival Internacional de Poesía. La ciudad está desbordada y si van sin carro y pensaban hacer reservaciones para el finde, ya ni se preocupen… no hallarán. Hay una gama de actividades más o menos atractivas entre lecturas, mesas redondas, ferias y además del ambiente pun-chis pun-chis de día y noche en bares con cantidades radioactivas de guaro, se suman algunos conciertos más o menos diversos: hoy por ejemplo estará Phillip Montalván, mañana La Cuneta son Machín, viernes Norma Helena Gadea y sábado cierra Carlos Mejía Godoy. Todos de noche y completamente abiertos al público en el Parque Central.

Pero bueno, aparte de eso, no sé cómo funciona el asunto pues hay muchísima gente que odia la poesía, no la entienden, le aburre, la aborrece o sus mentes pragmáticas la rechazan como un acto carente de eficiencia; algo de eso hará sentido, no obstante, el caso es que por una semana mucha gente se entusiasma y pierde la cordura desempolvando sus diarios, sus ultimas páginas de cuadernos o correos electrónicos enviados a uno mismo y se suben a leerlos ante un micrófono abierto.


El acto en sí me ha resultado muchas veces patético pero he de admitir que desde ayer, con mayor atención y tolerancia me ha parecido una experiencia encantadora porque es como hacer Karaoke, o una presentación ante el aula (unos oyen mientras otros siguen en la rabanadera) o también es muy parecido a tener una confesión pública o una cita abierta con el psicólogo que confirma tu bipolaridad. Hay 124 poetas de todo el mundo invitados oficialmente a este festival, pero el micrófono abierto recibe a miles de poetas autoproclamados que llegan y salen de sus conchas, de sus vergüenzas, de sus nociones diarias y le dan Play a historias que pueden dejarte con la piel de gallina.

Ayer por ejemplo, un tipo gringo-canadiense-coreano en inglés rapeó su experiencia en Haíti y Kosovo como miembro de una de las Brigadas “humanitarias” del ejercito gringo; una niña le declaró a su madrina presente que la quería más que a su madre y que se la llevara a su casa; un rabo-verde con una armónica muy de blues, habló de sus amores en la Calle La Calzada (creo que después la policía le echó el ojo) y otro que la sacó del estadio, fue un adolescente que leyó un poema a su adorada novia de 32 años (por supuesto que él no era conciente que jurídicamente estaba siendo violado).

¡Clase viaje!!!, me dije, esto está para registrarlo. Hay gente de gente en el mundo y la prueba la encontramos acá ante un micrófono abierto, confesando y confirmando que pasamos la vida ejecutando sucesivamente los más diversos actos, sin que cada uno vaya precedido de reflexión y de cálculo para destaparnos de lo más fino.

Oe!, eran varandas lo de los hoteles repletos, hagan sus reservaciones y regrístrense de paso en la lista del micrófono abierto. Allí estaré en primera fila con oído agudo y una cámara de video.