Bacanalnica ahora es sandinista, esta es mi despedida

Bacanalnica ahora es sandinista, esta es mi despedida

Queridos 4 lectores, bienvenidos a la última nota del año 2018. El año que siempre será recordado en Nicaragua, por haberse quedado congelado en abril.

Como además hoy es 28 de diciembre, día de los inocentes, pasé todo el día planeando una broma donde iba a decir que me habían convertido los batracios y que ahora era sandinista moderado. Para más credibilidad, no iba a bailar el Komandante Zekeda, ni iba a ir a rotondear, pero sí me iba a comprometer a no fomentar más el «odio», ni el «terrorismo» desde mi humilde blog.

Vieran que le di muchas vueltas al tema, pero por más que traté, no me salió la inocentada. Y digamos que no fue por falta de creatividad, porque modestia aparte, soy un maje extremadamente creativo. Fue por una cosa que descubrí hoy precisamente y que me gustaría compartir con ustedes.

¿Se han fijado como uno tiende a olvidar las virtudes de los asesinos?

Es cierto. Abran un periódico. De cualquier país. Busquen una noticia sobre un asesino, les apuesto 100 a 1, que no van a encontrar una sola mención sobre las virtudes del criminal. Nada.

Que si era bueno con su mama o que si le gustaba donar comida a los indigentes. A nadie le importa después que mató a un niño en un parque.

Es un fenómeno que hasta donde sé, no tiene nombre. Simplemente es así.

¿Ustedes saben si Hitler fue bueno con alguien? Deben haber facetas de su vida que no eran reflejo de su lado bestia. Pero a nadie le interesan y la verdad, preferimos que sean olvidadas. Porque para la humanidad, Hitler fue un animal y punto.

Hay acciones tan malas, pero tan malas, que te definen para toda la vida (y más allá)

Yo soy agnóstico. Eso quiere decir que para mi, nada está escrito en piedra y nada es blanco o negro. Para mi, todo tiene matices, nada es «sencillo». Pero debo confesar que hasta yo tengo dificultad para no ver en Daniel «El Masacrador de niños» Ortega a un animal salvaje y nada más.

Entiendo perfectamente que las personas estamos en capacidad de racionalizar cualquier cosa. Por muy inconcebible que sea, gracias a nuestro instinto de supervivencia, nos adaptamos y hasta nos acostumbramos. Sobre todo cuando lo inconcebible no es a vos que te está pasando y tenes una casa que pagar.

Por eso hay gente que ve al Comandante y dice «no es perfecto, pero es lo que tenemos». Como cuando vivís en el distrito 6 de Managua y tenes 16 años. Tal vez no te llama la atención meterte en una pandilla, pero es eso o que te vivan amenazando con apedrearte y apuñalarte cada vez que salís de tu casa. Terminas haciéndote amigo de algún pandillero.

Tu amigo pandillero es asesino

El problema es que ese amigo pandillero que vos tenes, se metió a la casa de mis primos y le pegó fuego a todo. A la casa, a mis primos, a mis tíos, a todo.

¿Vos crees que yo podría algún día ver más allá del asesino que quemó a toda la familia de mi primo? ¿Y si fuera la mía? ¿O la tuya? ¿Vos podrías? ¿Qué le dirías? ¿Por dónde empezarías?

Cruzada esa raya, no hay vuelta atrás

En Nicaragua somos bastante «relajados» con la corrupción. Toda la vida hemos tenido gobiernos, políticos, empresarios corruptos y solo muy pocas veces hemos echado preso a alguien. Los piñateros del 90 o el mismo Alemán, tendrán el gran «color» de ladrones, pero están tranquilos en sus casas calmando su dolor con fajos de billetes. Y seamos francos, casi nadie tiene problemas en hacer negocios con ellos.

Sin embargo asesinos, esa es otra historia. Ojalá los amigos de enfrente algún día lo logren comprender.

Y la despedida de año

Como dije al comienzo, con esta nota me despido del 2018. Decir que hubieron cambios es como decir que el bigote de Bigotito fino «no es tan bonito» (quedarse corto pues). Lo normal es decir que nos vemos en el 2019, pero ustedes saben que eso aquí no es tan fácil. Los fines de semana son especialmente sangrientos en el reino batracio.

Y como dijo Almagro ayer, aquí vivimos a la buena de dios. Sin policía, ni jueces, ni organismos de derechos humanos. Ya ni medios de comunicación hay casi.

Solo las redes sociales nos quedan. Y francamente no veo cómo 1000 likes y 500 retweets me pueden salvar de una Hilux full de paramilitares.

Así que les deseo que estén bien y ojalá nos volvamos a ver pronto.