¿Cómo hacemos para no volver a caer en dictadura y guerra civil en Nicaragua? 9 pasos sencillos

¿Cómo hacemos para no volver a caer en dictadura y guerra civil en Nicaragua? 9 pasos sencillos

Con tantas ausencias que he tenido últimamente (no trabajas un lunes y de pronto sos tipo diputado, vago bueno para nada), algunos prixitos amigos de Bacanalnica se han dado a la tarea de apoyar con miles de dolars en efectivo. Aytaooon, ni un solo centavo le sacas a esta bola de palmados.

Lo que sí me han mandado son colaboraciones para ser publicadas en Bacanalnica. Gratis. ¿En qué te ayuda eso tío Bacanalnica? Se preguntaran ustedes. Pues, yo también la verdad. Porque con eso no me fían una libra de crema Camoapan en la venta.

Pero bueno, ahora ya me enjarané con la gente, así que esta es mi primera cuota. Se trata de una nota de mi querida amiga Pildorita de Azúcar. ¿Se acuerdan de ella? Nos mandó este escrito sobre cómo no volver a caer en las garras de otro dictador cada 30 ó 40 años …

9 pasos para evitar otra guerra civil en Nicaragua

Por Pildorita de Azúcar

Maje, que falta de confianza la tuya, solo avísame y pues por ahí voy de metiche a echarte segunda.   Como que hoy no hay reporte. La chochada se está poniendo color de hormiga, y me suena que esta cosa se va voltear pronto – pero como soy una de las cuatro lectoras que se entera sólo de lo que vos escribís…  pos, que voasaber yo.

Aunque no sepa cuándo y cómo, lo que sí sé es que ese día vendrá y nos tenemos que preparar.  Mira, he investigado un poquito y te voy a compartir a vos y los cuatro gatos que te leemos, lo que encontré:

Primero, yo sé que vos sos fan de Paulo Abrão, pero te recomiendo agregar a la lista de guapos defensores de derechos humanos a Fabian Salvioli, un chele argentino que es relator especial de las Naciones Unidas sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición – todo eso es el título de su puesto.

Pues me encontré al prix en un hotel, tiene ganas de visitar Nicaragua, pero todavía no lo han invitado.  Me contó su cuento: nueve condiciones para un Estado de Derecho que garantizan que la guerra no se vuelva a repetir – esta va por nuestras madres y nuestros padres, no se vale que en sus vidas les toque dobletear tanta represión.  Ahí les va, nueve condiciones:

  1. Democracia sustancial.  No sólo se trata de tener un proceso electoral libre y transparente, sin amaños, ni boletas pérdidas y todo esa chanchada que ya la conocemos porque la vivimos gracias al gordo aquel.  También se trata de un ejercicio continuo tomar decisiones sobre lo que ocurre en nuestra cotidianidad. Y no es por nada, pero sí, habíamos logrado los comités de desarrollo local – le hacían guevo esos majes y ahí iban de todo: de un partido y de otro, de un color y de otro… ahí lo que importaba era sacar el trabajo.  Hasta que llegaron los CPC con su cuento de aquí sólo lo que mikomandante mande.
  2. Reconciliación.  Y antes de que me digas algo, NOOOOOO me refiero a la reconciliación color de rosa chicha que la Chayo redactó.  Esto se refiere a un proceso para recuperar la confianza en el Estado.  A ver,  no es como cuando te peleas con tu hermano y llega tu mamá a mediar y decirte que son hermanos y que se den un beso y abrazo y fin de la historia.  Tampoco se trata de pedir perdón y perdonar – eso puede ser súper revictimizante. El chiste es ir pa adelante no pa atrás. El perdón es un acto personal que no puede ser forzado por ninguna política pública.  Lo que el Estado puede y debe hacer es reconocer públicamente los actos que debilitaron el derecho de estado y desencadenaron en las violaciones a los derechos humanos, sumado a un compromiso de no volverlo a hacer.  Ejemplo: no permitir pactos entre dos partidos para que se repartan la institucionalidad de una nación.
  3. Son las víctimas las guías del proceso de justicia – así lo dijo Salvioli, yo diría el proceso de Paz y ya me imagino a las madres de abril poniendo orden en caso que la cosa vaya por donde no es.  Fuera de jodedera, esto es importante. Colombia está construyendo la Paz después de unos 50 años de guerra. La chochada está difícil, muy complicada, en especial porque en la mesa sólo se sentaron dos de los chorrocientos actores que existen.  El acuerdo del Paz, el que ya firmaron, la sacó del estadio al tener un capítulo entero dedicado a las víctimas, de un bando y de otro, aquí no se vale que porque mataron al papá y era de los “malos” vale onda su dolor. Dolor es dolor, y todos y todas parejo…  sí eso significa dignificar a las familias de las y los policías y paramilitares… trágate esa pildorita de azúcar, si no te cuesta, te felicito, estás listo para la paz… si sí…
  4. El pasado es un presente continuo.  Esto no es como Daddy Yanquee dice “Lo que pasó, pasó”…  o la estúpida solución que encontró el Rey Juan Carlos para terminar con el franquismo y declaró “olvido”. – perdón a todas las personas que están viviendo el dolor de toda esta mierda y que a mí sólo se me ocurra un sarcasmo o una película para hablar del tema – ¿Cómo lo explico?  Has visto el Día de la Marmota con Phil Murray, que es una mala copia de la película italiana E gia´ ieri – la traducen “un día sin fin”. (Spoiler alert!!!) La historia narra un día que se repite una y otra vez hasta que el protagonista que es un patán deja de ser patán y conquista la cipota.  La clave está en deja de ser patán. Mensaje: algo sustancial tiene que cambiar en mí, nosotros y nosotras para que la situación cambie.
    De acuerdo, Salvioli, se refería al sistema de impunidad que con la filosofía de “perdón y olvido” han logrado que el dolor que las violaciones a los derechos humanos producen se vivan y revivan una y otra vez.  Lo peor, cuando no se conoce el hecho – por este silencio y olvido – te duele y no sabes porque, ni que hacer para que deje de doler. Además, de ipegue, si el sistema que provocó graves violaciones a derechos humanos no cambia, las violaciones se repiten.
  5. La verdad.  Y aquí me tomo la palabra.  En Nicaragua con el triunfo de la revolución no hubo algo parecido a un informe de la verdad y lo que pasó es que conocimos de la historia a través de los ojos de los “ganadores”.  Lo cual dejo por fuera los abusos, los dolores y los exilios de los “perdedores”. O sea, una verdad a medias. Para mayor información por favor lean a Bandera y harapos, de Gabriela Selser, con su testimonio Gabriela deja al descubierto algunos de los abusos que hubo en los ochenta.  A los que están viviendo exilio, imagínense como se sintieron las y los somocistas o gente que parecía que podría que sean somocistas y tuvieron que exiliarse.
    Aquí voy a hacer un alto, ya se me están como que calentando la sangre.  La verdad, en este caso, es saber ¿qué pasó? ¿Cómo? ¿Cuando? ¿Donde? ¿Quienes?  Tengo un amigo en Argentina, a su papá lo desaparecieron en 1977, todavía tiene un montón de estas preguntas.
    Un par de datos interesantes, para que nos vayamos preparando. El primer Informe de la Verdad, me contó un salvadoreño, fue escrito para El Salvador, se llama de la Locura a la Esperanza, las y los comisionados tuvieron 6 meses para colectar información y eso quedo sellado con una asquerosa ley de amnistía, que se cagó en el proceso de Paz en especial en las victimas – perdón si es muy gráfico, pero…  no deja de ser cierto. En Colombia la Comisión de la Verdad, encargada de escribir el informe, tiene como 3 años para recabar información y su mandato es sólo eso: recabar información: ¿qué pasó? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Quienes? Hay otra entidad que tiene como mandato la impartición de la Justicia.
  6. Justicia.  “Hacer justicia es la manera de lograr la Paz”…  a ver queridos gatitos y gatitas, en palabras del chele Salvioli, “justicia no es venganza, sino lo opuesto”.  Para ponerle más pimienta al asunto, dicen que hubo algunos “juicios populares” cuando ganó la revolución, pero ¿qué tan profesionales habrán sido que quedaron inmortalizados en una tragicomedia escrita por Sergio Ramírez?
    En Colombia, ya aprendieron, y tienen una entidad que se llama Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).  Ahí tiene tribunales, y ahí investigan los casos de violaciones a derecho humanos tanto los casos que se le atribuye a la guerrilla, como los que se le atribuyen a los militares.  De hecho, por mandato de los Acuerdos de Paz, todos los militares y todos los guerrilleros tienen que pasar por la JEP y responder a acusaciones, si las tienen o salir absueltos si no le debe nada a nadie. – Yo no más les recuerdo que San Romero de América dijo: “Cese la represión”.
    Reparaciones.  Hombre, lo lógico, tras un agravio, tiene que haber una reparación.  Las reparaciones que receta la CIDH van desde actos públicos pidiendo perdón, monumentos que recuerden y cuenten la verdad, depuración del Estado, hasta indemnizaciones monetarias (Si quemaron la casa, pues paguen el valor de la casa).
  7. Ya lo mencioné pero como para que se entienda, tiene un acápite solito: No cabe ni amnistías, ni indultos.
  8. Educación.  Educar para la Paz, que no es fácil implica aprender a discutir sin ofender, argumentando y celebrando cuando se llegue a un acuerdo, o no se llegue a un acuerdo – o sea, educar a nuestras hijas e hijos para que sean como el Dalai Lama.  Sé que lo puse como imposible, pero sí se puede, el chip de esta nueva generación es espectacular.
  9. Garantías de no repetición.  Eso todavía lo estoy digiriendo, no lo termino de comprender, así que, se las debo.