Comparamos a Nayib Bukele con Daniel Ortega. Esto fue lo que descubrimos

Comparamos a Nayib Bukele con Daniel Ortega. Esto fue lo que descubrimos

Mucho se habla últimamente de que Bukele es un Daniel Ortega en potencia. De que está siguiendo el manual que Fidel Castro, Hugo Chávez y Daniel Ortega escribieron, para perpetuarse en el poder. Yo que soy agnóstico radical, he tratado de evaluar con absoluta imparcialidad lo que pasa en El Salvador y aprovechando que tengo un PHD sobre política internacional con mención en pupusas, hoy les traigo mis hallazgos a manera de monografía de 6to grado, fácil de leer.

Semejanzas entre Daniel Ortega y Nayib Bukele

El 15 de septiembre, día de la independencia en Nicaragua y El Salvador, ambos presidentes pronunciaron discurso. En Bacanalnica pueden leer el resumen oficial (y análisis) del de Daniel «El Masacrador de niños» Ortega. O bien, se lanzan las 2 horas de balbuceos y acomodamiento de chapas en el video del Canal 4.

El de Bukele, lo pueden ver en su página de Facebook, en HD.

Con solo ver las fotos, es evidente las diferencias en estilo. Uno se quedó trabado en la Guerra Fría, el otro tiene contratado como parte de su staff a un decorador de interiores.

Pero bueno, como esto no es Vanidades, ni CNN, pasemos a la carne del Nacatamal ¿Qué dijeron en sus discursos?

En esencia, ambos tienen una narrativa de intervencionismo para justificar a la oposición. Quieren vendernos la idea que la oposición no existe, y la poquita que hay, en realidad existe porque es financiada por los países ricos. Que además son hipócritas, porque en sus países no hacen lo que quieren que nosotros hagamos.

Ambos ven a los medios independientes como opositores. Ven la fiscalización periodística como una conspiración de los envidiosos por desprestigiar a su buen gobierno. Incluso, podemos decir que ambos han tenido la genial idea que un juicio por lavado de dinero, es la solución a todos sus problemas contra la crítica periodística.

Sobre la demolición de las instituciones, es difícil en este momento visualizar el paralelismo, Masacrín le lleva demasiada ventaja.

Donde sí es evidente que se parecen, es en el nepotismo. Bukele ha nombrado funcionarios a tantos primos y parientes, que Israel está a punto de poner un puesto de mando en El Salvador (de tanto palestino que ha «aparecido» de pronto).

Por último, y este es el tema toral de esta Monografía, está la reelección. La maldición de Nicaragua y de todo país que vive en dictadura. En cuanto Daniel Ortega volvió al Gobierno, eliminó todo tipo de restricciones para ser reelegido indefinidamente. Nayib Bukele, hace poco acaba de hacer algo parecido. Digamos que la versión lite de lo que hizo Masacrín, porque solo es posible reelegirse una vez más. Pero la preocupación del mundo entero (y especialmente de algunos salvadoreños) es que «por ahí se empieza».

Lo cual me lleva a una semejanza que requiere algo de abstracción conceptual. Pónganse la boina. Encendamos el incienso aromático y sirvamos una copita de Condor. Mi tesis: ambos presidentes sufren de un complejo mesiánico que se puede diagnosticar con una sesión de Zoom de 3 minutos. Ellos se ven a sí mismos como una fuerza revolucionaria que cambia el destino de sus países. Han llegado al punto de verse a sí mismos como próceres, incluso planteando que «la primera» independencia no fue la verdadera, pero que ahora que están ellos al mando, sí lo será.

Diferencias entre Daniel Ortega y Nayib Bukele

Empecemos por la obvia, Nayib Bukele es el presidente más popular de mundo (según encuestas). Daniel Ortega es odiado hasta en su casa (en secreto, la Vieja Arrimada lo disimula muy bien). Es más, podríamos decir que son el extremo opuesto, uno del otro. Un viejo izquierdoso que quedó en el pasado. Un maje chavalón que se fue de boca con las bitcoins.

Luego, esta el tema de las relaciones internacionales. Bukele es un populista, cuando el Presidente de Estados Unidos era Trump (otro populista), las cosas iban color de rosa. Hoy, que están los demócratas, la relación se ha deteriorado. Los movimientos constitucionales e institucionales que está haciendo Bukele para «limpiar» al Estado de su país, han preocupado al gobierno de Biden. No al punto de imponer 20 y pico de sanciones, como en Nicaragua, pero sí han manifestado públicamente su «preocupación».

Claro, Bukele no tiene en su curriculum crímenes de lesa humanidad, como Daniel Ortega. Esa es una diferencia del cielo a la tierra. Los 50 mil muertos de la guerra civil, más los casi 330 del 2018, la economía completamente quebrada de los 80, la destrucción del país. En fin, Masacrín tiene un portafolio criminal que impone respeto. Ni siquiera los opositores de Bukele (el FMLN, hermanitos ideológicos de los sandinistas) pueden meterle la mano. No se diga él, que no tiene ni 10 años de estar mandando.

Por cierto, esa es otra diferencia. Ortega tiene 40 años (y contando), chupando el hueso. Bukele apenas acaba de cumplir 2 años como presidente. Y con la reforma que acaban de aprobar, solo podría repetir una vez más. O sea que (a menos que haga otro cambio), solo 10 años puede llegar.

Ah, por cierto. Bukele sí gana elecciones. De hecho, arrasa en elecciones (y sin un Robertito José echando segunda). Daniel Ortega en cambio, no llega ni al millón de votos. Por eso echa presos a los candidatos y elimina a los partidos políticos.

Gracias a ese capital político de Bukele, ahora está conquistando espacios en los otros poderes del Estado. Al igual que Ortega, su partido controla el Ejecutivo y el Legislativo. Y gracias a unas reformas, está haciendo una limpia en el Poder Judicial que muy probablemente lo dejará muy bien posicionado. Pero aclaremos, a diferencia de Daniel Ortega y sus pactos, fraudes, y demás técnicas «revolucionarias» para destruir la institucionalidad, Bukele lo está haciendo a como dicen las reglas del juego, con votos.

Conclusiones sobre Ortega y Bukele

¿Cómo lo ven? ¿Es Bukele un aprendiz de Daniel Ortega? Ahí tienen las semejanzas y las diferencias, planteadas de forma meridiana, imparcial y con mucha seriedad. Yo, en este momento, pienso que el prix Nayib está largo de ser un Masacrín. Muy muy largo. Sobre todo porque ni siquiera ha terminado su primer período.

Entiendo el argumento de los que dicen que tiene mañas de dictador, definitivamente eso no da buena espina. Pero mientras no mate estudiantes en las calles y cumpla 45 a nos como presidente, pues… me temo que no hay comparación.