Mientras en la Asamblea Nacional, los diputados hacen un berrinche porque Costa Rica acusó ante la OPS a Masacrín por su inexistente estrategia para controlar el Coronavirus en Nicaragua, nosotros vamos a regalarles un análisis científico de dicha estrategia. Solo que primero, vamos a irnos al origen psico-politico del ser batracio.
Si un albañil en su caja de herramientas, solo tiene un martillo, eso es lo único que va a usar. Para todo.
¿Clavo? Martillazo. ¿Tornillo? Martillazo. ¿Mover una viga? A martillazos, con cuidado para no enjaranarse. ¿El guineo cocido que llevó empacado en su panita con frijoles? Pues, la parte de atrás del martillo ya resuelve.
Así es Daniel «El Masacrador de niños» Ortega. Nada más que en vez de martillo, él lo que usa es la violencia, es decir las balas y los sandinistas dispuestos a matar. Así fue en los 80, cuando la guerra fría tenía estupidizado al mundo. En los 90 – 2000, cuando desde abajo manipulaba a los de «arriba» con huelgas y asonadas (y uno que otro Carlos Guadamuz de vez en cuando) y ahora en esta segunda etapa de la revolución, con sus paramilitares, policías y el EPS.
El control total de Nicaragua
Para Masacrín ser presidente está bien, pero su sueño siempre ha sido el control total. La centralización extrema. A como hablamos en el podcast hace un par de días, eso en una república es complicado de lograr, por los contrapesos y los balances. Pero él lo logró gracias al miedo de Arnoldo Alemán a caer preso por ladrón. Usando los cerebros de Nicho Marenco y Payo Solis (que nunca se nos olvide), ideó un plan para conseguir lo que los Somoza siempre añoraron, control total.
Pues bien, hoy en día Nicaragua entera, sin excepción, se maneja desde el cuarto de una casa. Y para más restriego en la cara, es una casa particular piñateada, ni siquiera un edificio del gobierno. Él es presidente vitalicio y su mujer, la Vieja Arrimada, es la segunda al mando (con los hijos, haciendo y deshaciendo a nivel de ministros). Desde ahí, muerta la república, eso se llama monarquía.
En Nicaragua, todos los funcionarios públicos piden permiso antes de tomar una decisión importante, no importante, o simplemente hablar en público. A ese cuarto de la casa piñateada en El Carmen, llaman a pedir permiso los ministros, directores, magistrados, diputados, alcaldes, comisionados, generales, doctores, periodistas … en fin, todo el mundo y la munda. Si alguna vez existió un funcionario público con una picachita de dignidad (o entendimiento de cómo funcionan las instituciones en un gobierno moderno), hace rato fue despedido, porque no encaja con la «visión» que tiene el patrón y su mujer de cómo debe funcionar Nicaragua.
¿Cómo logró el control total de Nicaragua?
Apartando todo el daño y el retraso que este nivel de control significa para un país (sobre todo cuando lo ejerce alguien como Daniel Ortega), tenemos que aceptar que tiene su mérito haberlo logrado. Ortega es un bachiller, ex-presidario, que a duras penas sabe escribir. Fue guerrillero a control remoto y como pensador nunca destacó. Dicho de otra manera, intelectual no es. Sus grandes maniobras políticas siempre han sido «asesoradas» por gente como Solis y Marenco (de nuevo, que nunca se nos olvide).
Su mujer, la secretaria bilingüe de profesión, quiso ser poeta y luego algo así como cartomántica, pero tampoco se le dio. Arrimarse y tenerle la marimba de chigüines al Comandante fue lo que finalmente la llevó a cumplir su sueño de tener poder (ergo, la Vieja Arrimada).
Entonces ¿Cómo lo logró Masacrín?
El martillo de Daniel Ortega
Leyendo un artículo de mi tío Ernesto sobre por qué no triunfó la Rebelión de Abril, recuerdo lo que dije en IV Poder hace 3 semanas. Es cierto, los nicas somos arrechos a pelearnos, nos cuesta un mundo ponernos de acuerdo, pero eso no es lo que mantiene a Masacrín en el poder, ni es lo que pasmó la insurrección pacífica de abril 2018. En el fondo, lo que me tiene a mi aquí en otro país (como tantos miles exiliados) y amordazados a los que están en Nicaragua, es la gran capacidad de matar que tiene Daniel Ortega.
En la serie «Devs», hay una escena donde el matón ex-CIA le explica a un pobre diablo por qué «las grandes injusticias» que suceden en China, no ponen en peligro el control absoluto que goza Winnie Pooh. Para graficar su punto, usa como ejemplo lo que pasó en 1989 en Tiananmen (sorry, el video está solo en ingles):
(¿Ya viste? Ahí dice Winnie Pooh y Tiananmen. Si por alguna razón, la firewall de China me había levantado el castigo, con esto me lo volvieron a poner, ahora permanentemente)
A ver, lo que les quiero decir es que con los dictadores que no tienen pena de usar la violencia para mantener el control, no hay mucho que podas hacer, incluso en pleno siglo 21. Nosotros nos podemos sentir super modernos y avanzados porque usamos stickers personalizados en WhatsApp, pero la verdad es que un AK siempre le gana a un tweet de denuncia, aún si taguean a la CIDH.
El Coronavirus vs un martillo
Desde que la crisis del COVID-19 se expandió por el mundo y quedó claro que ningún país se iba a capear, yo inmediatamente pensé «A ver qué va a hacer Masacrín con este paquete». Porque mantener el control, a como le gusta a ellos, es medio difícil con tanto muerto.
Y debo decir que lamentablemente, todo ha ocurrido tal como me lo esperaba. Usando el mecatito corto que tanto les fascina en El Carmen, han logrado hacer zanganadas con los números oficiales del Coronavirus. De paso, ensañándose con los pobres médicos.
Hasta ahora.
Daniel Ortega pierde su control
Pero a medida que transcurren los días las horas, ese control, se está diluyendo en un océano de incertidumbre, miedo y desgracia. En Nicaragua, sapos y no sapos, están al borde de la desesperación. Y como el Coronavirus no perdona, este tren seguirá su camino y Masacrín con su Vieja Arrimada están muy cerca de perder su tan apreciado control.
Los que se quiebran la cabeza tratando de entender por qué el reino batracio hace tantas caballadas, una tras otra, se imaginan que Masacrín tiene una caja llena de herramientas de todo tipo y que ahorita debe estar usando una llave especial que no conocen.
No papa, se llama martillo. Masacrín está tratando de resolver, con el mismo martillo de siempre. La gran canteada es que las balas y los paramilitares, no sirven para domar las intenciones golpistas del COVID-19.
Yo ya me resigné, que queramos o no, el mundo va a cambiar después de esta pandemia. No es algo que puedo controlar, así es y ya. Daniel Ortega todavía se rehúsa a aceptarlo. Pero eso es algo que él no puede controlar. Menos con un martillo.
Tienes razón. Los dictadores no son grandes pensadores ni intelectuales. Simplemente tienen las agallas para echarse a todo aquel que les toque su mundo. Quienes le permiten eso y se los facilitan, con sus brillantes ideas, marengo y solis, son los verdaderos responsables de su instalación.