Un nica se vacunó en Estados Unidos y…

Un nica se vacunó en Estados Unidos y…

…esto es lo que pasó. La siguiente conversación ha sido traducida del inglés (cancaneado) para su conveniencia.

– Buenas, vengo a vacunarme.

– ¿Puede enseñarme sus documentos?

– Ay, fíjese que no tengo carnet ni carta de aval del partido.

– ¿Cuál partido?

– El FSLN. Es que en el consulado me dijeron que aquí no los dan, solo en Nicaragua, con el Secretario Político de mi trabajo o de mi barrio.

– Aquí no necesita el aval de ningún partido. Y ese partido no existe aquí.

René Fonseca, delegado del FSLN en la Florida, recibe a Reyna Rueda en el Aeropuerto de Miami – Visita oficial en Junio 2019

(«Eso cree usted», piensa el nica)

– ¿Entonces, necesito aval del partido demócrata?

– ¿Por qué necesitaría el aval del partido demócrata?

– Ideay, ¿no es ese el partido del presidente Biden?

– Sí, es el partido del presidente Biden, pero usted no necesita aval de ningún partido. Ni del demócrata, ni del republicano.

– ¿Todavía existe el partido republicano?

– Claro que sí, ¿porque no habría de existir?

– Porque Trump perdió las elecciones, y si uno no es presidente, no es nada.

– No, el partido republicano existió antes de Trump, y existirá después (el gringo cruza los dedos).

– Y entones, ¿cómo hago para vacunarme? Estoy posando en el garaje de mi tía, que vive en Sweetwater, y ahí no hay CLS.

– No se que es eso, pero si tiene licencia de conducir, con eso basta.

– ¿De plano?

– De plano (Toma los datos). Pase con la enfermera.

A dos cuadras del garaje donde me deja posar mi tía de Miami…

 * * * *

(La enfermera le hace señas al nica para que se siente)

– Lo mejor es ponerla en el brazo que no es dominante. ¿Usted es zurdo o derecho?

– Zurdo, siempre zurdo. Toda mi familia es zurda. Mi papá era zurdo histórico.

– Pero lo vi firmando con la derecha.

– Es que si no digo que soy zurdo, me corren del trabajo.

– No creo, señor, pero usted manda…

– Espere, madrecita…¿Donde esta mi cámara?

– ¿Cuál cámara?

– Pues, la cámara de televisión.

– Ah, esas solo vinieron el primer día, para hacer un reportaje sobre la apertura del centro de vacunación.

– Entonces, ¿me filmo yo solito y mando el video al grupo de Wassap del partido demócrata?

– ¿Para qué?

– Pues, para que vean que cumplo con el requisito de darle gracias al presidente Biden y la vice presidenta Jill.

– Espere, espere….primero, Jill Biden no es la vice presidenta. 

– ¡La sangre de Cristo! ¿Se divorciaron? Y tan felices que se veían…

– No, siguen casados. Pero ella no es la vice presidenta. La vice presidenta es Kamala Harris.

– Ahhh…¿así se llama “la sucursal”? El Comandante Daniel tiene varias, pero no sé que cargo tienen…

– No sé que quiere decir…ella ganó la candidatura porque era la mejor candidata. Y tiene su marido.

– Ustedes me confunden….¿por qué la esposa del presidente no es la vice presidenta?

– Ah, porque eso sería una ofensa mayor contra la democracia. Nepotismo, tráfico de influencias…nosotros tenemos nuestros problemas, pero por lo menos, nunca hemos llegado a esos niveles de corrupción.

– Pero, ¿el Comandante Biden no va a pensar que soy malagradecido, si no le doy las gracias?

– No es comandante, y no va a pensar que usted es malagradecido. Ni cuenta se va a dar. ¿Por qué habría de darle las gracias?

– ¿Ideay?…¡pues porque me pagó la vacuna!

– El presidente Biden no pagó la vacuna de nadie. Esa la pagaron los contribuyentes.

– ¿Los contribuyentes del partido demócrata?

– No, los contribuyentes son los ciudadanos que pagan impuestos.

– ¿Eso es como la contribución al partido? Es que soy pobre exiliado, y no puedo pagar nada.

– Aquí le ponemos la vacuna a ricos, clase media y pobres. No le preguntamos cuanta plata hace. Y nadie paga nada….No puedo seguir hablando, señor. ¿Se va a poner la vacuna, o no?

– Viera que la pensé, doñita, porque a los nicas como que no les da el coronavirus. Allá salen no uno, sino varios ministros de salud a decir que solo hay un caso a la semana, si acaso.

– Eso es mentira, señor. Suena como negligencia criminal de un gobierno que trata de hacer creer a su pueblo que son los niños más especiales del barrio. Alrededor del mundo llevamos 149 millones de casos y más de 3 millones de muertos. Es estadísticamente imposible lo que le dice su gobierno.

– Dele pues…no le quiero hace un desaire a usted, que ha sido tan fina. ¿Me puedo tomar una selfie mientras me jinca?

– Como usted quiera…

(Lo inyecta) (¡Flash!)

– ¡Que rápido! Ni lo sentí. Casi se me pasa, las foto.

– Puede que le de algunos síntomas leves, y que le duela el brazo en el lugar donde lo inyectamos. A la salida le dan la cita para la segunda dosis, en cuatro semanas.

– ¿Y la recarga?

– ¿Cual recarga?

– La recarga para mi celular. ¿No ve que voy a circular la foto que me tome en mis redes, con el hashtag #Vacunado? Allá en Nicaragua, a mi primo que trabajaba en un Troll Center de Telcor, le disparaban cien pesitos a la semana, para recargas.

– Su país es extraño, señor…tenga. Aquí tiene una calcomanía. Póngasela en la camisa, si quiere compartir la noticia de que se vacuno.

– ¿Si me da otra calcomanía, me tiene que poner otra inyección?

– ¿Para que quiere otra calcomanía?

– Para tener un detallito con mi tía, ¿no ve que me tiene posando en su garaje sin cobrarme?

– Tenga, llévese el rollo completo, y traiga a su tía para que se vacune también.

– No quiere, porque una amiga le dijo en Facebook que en la vacuna vienen unos robots pequeñitos con los que Bill Gates la va a controlar.

– Eso es mentira. Convénzala de que se venga a vacunar.

– Voy a tratar, doñita….¡Y qué viva el gobierno cristiano, socialista y solidario de Joe Biden!

(Suspiro) ¡Váyase, por favor!

– Uy, ya está pues… para que vea que no soy rencoroso, ahí le traigo una fritanguita cuando venga por la segunda dosis.

(FIN)