Xiomara Castro será presidenta y Rosario Murillo no (la eternamente arrimada)

Xiomara Castro será presidenta y Rosario Murillo no (la eternamente arrimada)

El lunes 29 de noviembre, Xiomara Castro esperaba ansiosa los resultados definitivos de las elecciones que pueden convertirla en la próxima presidente de Honduras. La esposa del ex presidente Mel Zelaya es la candidata por el Partido Libre, y la favorita de las encuestas. Pero en vez de la ansiada comunicación del Consejo Nacional Electoral, lo que le llegó fue…una felicitación de Rosario Murillo.

O más bien, una pre felicitación.

«Hoy precisamente hemos enviado una Carta a la Compañera y Hermana Xiomara Castro, a la Compañera y Hermana Xiomara Castro, a l@s herman@s del Partido Libre, en Tegucigalpa, Honduras, saludando el avance hacia el Triunfo Electoral.

Histórica elección en Honduras, y de consolidarse este avance, que todo indica así será, es una Elección histórica. La Primera Mujer Presidenta en Honduras, y nosotros celebramos y saludamos esta Ruta de Triunfos, donde incluimos también a nuestra Centroamérica, porque tod@s tenemos, en esta Región del Mundo, el Deber de continuar fortaleciendo Paz y Bien, en Fraternal Unidad para el Bien Común…».

Declaraciones de Rosario Murillo, Vice Presidenta de Nicaragua – Noviembre 29, 2021

¡Qué manera de arrimarse al poder! No han confirmado a la señora, y ya la quiere colorear por asociación.

Espero la señora Castro haya visto bien ese mensaje, para empezar a hacer una lista mental de todo lo que no debe hacer como presidenta. Primero: no escribir mensajes absurdos, plagados de letras mayúsculas innecesarias. Segundo: no mandar a matar a ciudadanos inocentes solo porque salen a la calle a protestar. Tercero: no secuestrar presos políticos.

En fin, vea lo que hace Murillo, y haga exactamente lo contrario.

¡Xiomi!¡Amix!¡Llamame!

¿Quién es Xiomara Castro, y por qué llena de ilusión a Rosario Murillo?

Es muy probable que Castro despierte las ilusiones de Murillo porque se parecen, al menos superficialmente.

Ambas mujeres llegan al poder a la sombra de sus maridos: Daniel Ortega y Manuel «Mel» Zelaya. Inadvertidamente, el destino creo las condiciones para que Castro se perfilara como una mejor candidata que su esposo. En el 2010, Zelaya sufrió un golpe de Estado y terminó exiliado en República Dominicana.

Años después logró regresar al país. Pero la viabilidad de su candidatura sufría por el recuerdo del golpe. Las circunstancias de su salida hacían mella en su imagen de «hombre fuerte», requisito indispensable en la política caudillista de nuestros paises. Por eso, Mel hizo lo que Daniel Ortega jamás se ha dignado en hacer: ceder el espacio a su esposa.

Matrimonio presidencial

En los países civilizados – entiéndase, los que gozan de democracias funcionales y maduras – existen leyes que prohiben las candidaturas de parientes del presidente. Y si no existen leyes, pues el decoro lo impide. En nuestra región, donde una elección medianamente transparente es una especia de milagro, es mucho pedir.

Castro compite por tercera vez en busca de la presidencia. En 2013 quedó en segundo lugar, con Juan Orlando Hernández llevándose el primero. En 2017, se plegó a una alianza que terminó apoyando como candidato al presentador de TV Salvador Nasralla, quien perdió ante Hernández.

Esta fue la elección de los insistentes. Castro va para la presidencia, y Nasralla es su vice. Hay ecos de Daniel Ortega en su insistencia – El Comandante perdió 3 veces, antes de bajar el porcentaje necesario para ganar gracias a la colaboración de Arnoldo Alemán -. La diferencia está en que la fórmula hondureña gana en buena ley, sin manipulaciones del sistema, ni fraudes.

¡Mejor que el peor!

Hay una anécdota famosa sobre los Rolling Stones. En 1964, estaban contratados para aparecer en un concierto especial, llamado The T.A.M.I. Mick Jagger botó la gorra porque los pusieron en el programa inmediatamente después de James Brown. «El Padrino del Soul» era tan electrizante en el escenario, que nadie quería tocar después de él, porque simplemente se verían mal en comparación.

Juan Orlando es James Brown en reversa. Es tan malo que cualquiera que mande después de él, se va a ver búfalo.

James Brown & The Famous Flames, live on the T.A.M.I show 1964
James Brown > Juan Orlando

Juan Orlando Hernández es considerado uno de los presidentes más corruptos de mundo. Bajo su administración, Honduras se ha convertido en un narco Estado. Su propio hermano, Juan Antonio, guarda prisión en Estados Unidos por facilitar el tráfico de droga al norte. Varios testigos aseguraron que el Presidente también estaba en la maturranga. No se descarta que una vez que abandone la silla presidencial, el largo brazo del Tío Sam lo busque para sentarlo en el banquillo de los acusados.

Y es por eso que hemos visto a «Juan Robando», a como le dicen cariñosamente los hondureños, debutando en el altar enflorado de El Carmen. Cuando dos presidentes salvadoreños huyendo de acusaciones de corrupción terminan en Nicaragua, con cédula de ciudadano y todo cuento, pues…como que no hace falta imaginarse que ya tiene quien lo cruce por vereda, rumbo sur.

La pregunta del millón es qué hará Castro, una vez confirmada como presidenta.

La encrucijada de Xiomara Castro

Desde que Castro se lanzó por primera vez, existe la idea de que su esposo funciona como el poder detrás del trono. Esta es una lectura poco generosa, y con un puntito de machismo. Más interesante será ver como sortea el campo minado de la política global en el siglo XXI.

Zelaya ganó la presidencia en el 2005. Sus intentos por instaurar una Asamblea Constituyente para promulgar una nueva constitución precipitaron una crisis institucional. De remate, se alineó prontamente con los paises del ALBA. Aprovechando la oportunidad de hacer flashback a la Guerra Fría, sus adversarios políticos metieron el mono del comunismo, hasta que lo sacaron del poder via golpe de Estado en el 2009. Y fue tan «golpe de Estado» que Honduras fue expulsada de la OEA.

Fue un golpe de verdad, no como el que Masacrín alega pasó en Nicaragua.

12 años mas tarde, Papá Chávez se encuentra «en otro plano de vida». La gallina que ponía los barriles de petróleo tiene que fiar gasolina con los pocos brotheres que le quedan. Lo más cerca que queda a un «paladín de izquierda» es el Comandante, y contra todo pronóstico, éste agarró de ahijado a un presidente de derecha con fama de narco.

Castro tiene el desafío de probar independencia de su marido, reconstruir la institucionalidad y establecer un gobierno que sirva a todos los hondureños. Los de izquierda, los de derecha y los que no quieren saber nada de política.

Las contradicciones ideológicas de la dictadura de Ortega convierten las relaciones diplomáticas en un legítimo campo minado. Si Castro los abraza mucho, sonarán las alarmas de los hondureños más conservadores. Si quiere hacer justicia poniendo a Hernández bajo la lupa, tampoco puede venir a tomarse una foto igualita a la de él…a no ser que Ortega, con el oportunismo que le caracteriza, le niegue a su nuevo mejor amigo el «Combo Funes».

¡Nuevos Mejores Amigos!

¿»El Imperio Yankee» o «La Potencia Amiga»?

Por mucho que Mel Zelaya y Daniel Ortega sean prixes, Castro va a necesitar buenas relaciones con Estados Unidos para cumplirle a los hondureños. La movida más inteligente sería vender la cercanía con El Carmen como algo positivo, una puerta abierta que nos lleve a negociar una salida pacífica de la dictadura. Algo así como lo que México y Argentina han tratado de hacer…pero de verdad. A todas luces, AMLO esta queriendo ganar tiempo para su compañero. Y Fernández trata de rezarle a dos santos de religiones diferentes.

Por el momento, hay que darle el beneficio de la duda a Xiomara Castro. Con todos sus problemas, Honduras tuvo lo que Nicaragua apenas sueña: unas elecciones libres y transparentes. Bien por ellos. Y si algún catracho esta leyendo esto, que nos haga el volado de recomendarle a la futura Presidente que no deje que la Arrimada se arrime mucho.

¡Ah! Y si Mel llega a decirle que repitan la repartición 50/50 que tiene Masacrín con su consorte, dígale que nada de eso trajo el barco.

¡Ay! ¡Es como abrazarme a mi mismo!