Nicaragua abril 2018

Y vos, ¿donde estabas el 18 de Abril del 2018?

Yo estaba en la oficina. En ese entonces, mi trabajo de tiempo completo era ser el productor de Esta Semana. Ya llevaba 18 años en ese puesto, pero no tenía chance de aburrirme. Cada programa era un desafío nuevo, y la lucha constante por hacer un buen programa me salvaba de caer en la rutina. Un productor siempre lleva varios sombreros, pero en Nicaragua empujamos la expresión al extremo. Producía mi propio material, incluyendo el segmento satírico La Última Mirada News; colaboraba con los reporteros y periodistas, ayudándoles a armar sus historias para la televisión, y presentaba la edición de los vienes de Esta Noche, la revista noticiosa que en ese entonces, se transmitía 5 días de la semana. Mi plato estaba lleno.

Después de un gustazo…

Acababa de regresar del Simposio Internacional de Periodismo en Línea, organizado por el Centro Knight en la Universidad de Texas. Esos eventos son hermosos pero intensos. En poquísimo tiempo, se te abren miles de ventana a otros mundos, y conoces a gente extraordinaria. Cuando regresas a casa, a tu realidad, es como si volvieras de un universo paralelo. Vienes con miles de ideas que quieres implementar ya. Se siente como si te hubieras ido un año. Siempre que viajo, trato de ir al cine. Fui por primera vez a un Alamo Drafthouse en Austin. Para mí era todo un happening: era primera vez que iba a un teatro de la cadena famosa por expulsar de la sala a a la gente que habla durante la película. Para mi eso era más importante que la comida temática del menú. Vi «La Muerte de Stalin» (Amando Ianucci, 2017), una comedia negrísima que observa las desventuras de los allegados a Stalin, maniobrando para ocultar su muerte mientras tratan de salvar su status en el nuevo orden de cosas. No podía dejar de pensar que un escenario similar se viviría en Nicaragua, eventualmente. Todos los dictadores – y sus secuaces – son iguales -.

La Muerte de Stalin | Tráiler Oficial Subtitulado

Después de un día de descanso, volví a la oficina. Para mí, sería una semana corta. En tres días tendría que ponerme al día e inventar qué hacer en La Última Mirada. Era el miércoles 18 de Abril del 2018.

La noticia del día: la reforma a Seguridad Social

Me había perdido las protestas de los últimos días, protagonizadas por jóvenes universitarios, clamando por una respuesta eficaz a un incendio forestal en el reserva de Indio Maíz. Otro eje de inconformidad estaba a punto de estallar. El lunes 16, el gobierno había anunciado reformas a la Seguridad Social, pero no fue sino hasta el miércoles 18 que se oficializaron, al publicase en La Gaceta, Diario Oficial.

Universitarios protestan po el incendio en la reserva de Indio Maiz, Abril 2018 / Foto Carlos Herrera, Confidencial

Esa misma mañana, una pequeña protesta en León había sido atacada con violencia desmedida por sujetos vestidos con las camisetas emblemáticas del gobierno. Los hechores estaban acuerpados por la Policía. Los videos compartidos por redes sociales empezaron a llegar: un anciano caído en el piso recibe la golpiza de un adepto del gobierno. Imagino que toda Nicaragua vio ese video.

En la tarde, tuvimos noticia de un plantón programado en Camino de Oriente, para las cinco de la tarde. A estas alturas, todo apuntaba a que la reforma al INSS sería el tema del día, y probablemente el de la semana. Había que cubrir el evento. Maynor Salazar y Néstor Arce se ofrecieron como voluntarios, y se fueron con el camarógrafo y el conductor. Hasta ese momento, parecía un día normal. «Normal» dentro de la anormalidad a la que para ese entonces nos habíamos acostumbrado.

Nuestra oficina quedaba a menos de dos kilómetros de Camino de Oriente. Imaginé que no sería una asignación complicada, salvo el poco tiempo que quedaba para el cierre del programa Esta Noche. Tendrían que estar de vuelta a las 6:30 pm para poder usa las imagenes. El tiempo estaba tallado, pero no era imposible. Peor escenario posible, pensé, el programa se iría solo con material de estudio, y las usamos el domingo. Que inocencia, la mía..

Violencia en el Camino de Oriente

Pronto, empezaron a llegar reportes por redes sociales. El plantón estaba siendo asediado por un grupo de choque del gobierno. Ni siquiera tenían la decencia de disimular. Vestían las famosas camisetas oficialistas y golpeaban a las personas que trataban de protestar pacíficamente. Policías y antimotines observaban la escena con indolencia. Era como lo que había pasado en la mañana en León, pero peor.

El shock solo incrementó con las primeras imágenes de los heridos. La turba había utilizado el mobiliario de un restaurante para atacar a los manifestantes. Entre los elementos decorativos de estilo industrial, habían porta-rollos de toallas de papel fabricados con tubos de fontanería – la especialidad del lugar eran alitas de pollo embebidas en salsa, demandando algo más ambicioso que una servilleta para limpiarse los dedos de la mano -. Pues, con esos tubos golpearon a la gente. Golpearon a jubilados, jóvenes y mujeres. Sólo porque se atrevieron a manifestar su desacuerdo con la reforma a la Seguridad Social en la vía pública. No había otra razón. Este es el fruto del discurso de odio, la convicción de que este tipo de violencia está justificada. La dictadura instrumentalizó a sus adeptos, convirtiéndolos en sicarios. Mercenarios capaces de todo, a cambio de los privilegios de pertenecer al grupúsculo que manda. Unos se ganan un empleo que los mantiene al borde de la línea de pobreza, otros pocos, una empresa millonaria – hasta en el «socialismo» hay castas -.

La turba oficial se deja ir contra ciudadanos indefensos / Foto: Confidencial, Carlos Herrera

En la redacción, el televisor sintonizaba 100% Noticias . No recuerdo si era Lucía Pineda o Miguel Mora quien presentaba en el estudio, pero se quejaban de que su camarógrafo había sido despojado de su cámara. Alguien lo había grabado con un teléfono, y había mandado el video al canal. Lo celulares inteligentes, con sus pequeñas cámaras, le salvaban la vida a los medios tradicionales. También levantaban el velo de la violencia institucional. Apenas cinco años atrás, en el 2013, activistas del movimiento Ocupa INSS habían sido atacados en las tinieblas de la madrugada. En esa época, los teléfonos inteligentes, con cámara y conectividad permanente al internet, eran un lujo inaccesible. Quizás la dictadura no se hubiera salido con la suya, si la brutalidad de ese episodio hubiera quedado en evidencia con videos en vivo, compartidos en tiempo real.

Sangre en la pantalla

El disturbio de Camino de Oriente se movía en olas. Los primeros heridos fueron movilizados en busca de atención, y más gente llegaba a protestar, indignada por lo que habían visto. La dictadura respondía mandando antimotines, que persistían en la violencia. La gente se desplazó hacia la rotonda Jean Paul Gente para otro round de enfrentamiento. Nuestro equipo reportaba que estaba bien, aunque habían recibido empujones y golpes de los policías. A otros colegas les fue peor. A Alfredo Zuñiga, fotoperiodista de una agencia internacional, lo golpearon y le robaron su cámara. Julio López, reportero de Onda Local, se llevó la peor partida. La golpiza propinada por los orteguistas lo dejaron inconsciente en el hospital.

Periodistas en la mira / Foto Confidencial, Carlos Herrera

Cuando uno trabaja en noticias, desarrolla una especie de visión de túnel. El mundo se puede estar cayendo a tu alrededor, pero vos tratas de concentrarte en los problemas prácticos. ¿Cómo contar esto en tu programa, tu artículo o tu reportaje? ¿Tenés lo que necesitas? ¿Lo vas a tener a tiempo de tu hora de cierre? El ejercicio es más brutal para el reportero y el equipo en el lugar de los hechos. ¿Cómo hacer lo que tenés que hacer sin sufrir en el intento? Los muchachos mandaron mensajes de que estaban bien, pero claro, «bien» es relativo. Los policías los habían agredido, tuvieron que esquivar golpes y correr para salvarse de agresiones mayores. Se sentía como que los habíamos mandado a un combate. Esa sensación se convertiría en una constante, a partir de ese momento.

Recuerdo las imágenes de Ana Quiroz, ensangrentada, sentada en una cuneta, siendo atendida por otros civiles. A Ana la conozco y la aprecio desde hace tiempo. Ver los efectos de la violencia en la gente siempre es una experiencia terrible y visceral. Cuando es en gente que conoces en persona y aprecias, hay un nivel extra de horror.

Ana Quiroz, víctima de la violencia estatal en la protesta de Camino de Oriente, Abril 18, 2018

La nueva anormalidad

La deriva autoritaria del Orteguismo era clara desde hacía años, pero algo se sentía diferente. La flagrante violencia que ejercían era más descarada, más transparente. Querían que viéramos de que eran capaces. La velocidad en la dispersión de imágenes, que servía para levantar la indignación de la gente, también servía para difundir el mensaje amenazante: «Mira lo que te podemos hacer, si protestas contra nosotros».

El programa de esa noche incluyó algunas imágenes del evento. No recuerdo si las tomamos de las redes, o si los muchachos regresaron a tiempo a la oficina. La noticia todavía estaba en desarrollo, con gente protegiéndose detrás de los portones cerrados del Centro Comercial de Galerías Santo Domingo. En ese entonces, el programa se estrenaba en televisión, y no siempre se subía en línea. Ya todo estaba encaminado a entrega el archivo digital en el canal 12 antes de las 8. Saldríamos un poco desactualizados, pero no había otra manera de hacerlo. Pensé que podríamos tocarlo a fondo el domingo, sin sospechar que para ese entonces, estaríamos en un escenario de franco terrorismo de Estado, con la dictadura ejecutan civiles en la vía pública, bajo el brutal edicto de «vamos con todo».

Carretera a Masaya, hora pico – 28 de Abril, 2018 / Cortesía LAPRENSA / Wilmer Lopez

Me fui a casa, y me sorprendió ver que el tráfico en la carretera a Masaya estaba tan congestionado como siempre. Como si no hubiera pasado nada. Al pasar frente a Camino de Oriente, vi que algunas personas protestaban a la orilla de la acera. Quizás se sentían acuerpados por el tráfico y la cercanía de los carros. El foco de atención de los represores se había traslado hacia la rotonda. Un pequeño ejército de antimotines la ocupaban. Aún abrumado por el día, me chocó la aparente normalidad del momento, la multitud que regresa a casa, yo mismo parte de ella, después de un día de trabajo, atravesando el escenario de una batalla campal. Fue una sensación que se repetiría hasta el cansancio.

Represión ante protesta pacífica contra reforma al INSS
El recuento de los daños: video editado un día después de los acontecimientos del 18 de Abril de 2018.

El primer domingo del resto de nuestros días

Los siguientes tres días quedaron marcados por las noticias de los muertos. La dictadura mataba gente inocente, en las calles y barrios de Managua. Ortega y Murillo no hicieron ninguna aparición pública hasta el propio domingo 22 de Abril, anunciando la derogación de la reforma que ellos mismos habían impuesto. No mencionaron a las decenas de asesinados: hombres, mujeres y niños. Ese domingo no hubo Última Mirada. No podía hacer chistes. Usamos ese tiempo al aire para decir los nombres de los muertos que el régimen quería ocultar. Tres años después, siguen matando. Y siguen queriendo ocultar sus crímenes. Pero a nadie engañan.

«La Muerte de Stalin», disponible en Netflix

Cuando puedan, vean «La Muerte de Stalin». Está disponible en Nicaragua a través de Netflix. No solo sirve de distracción. Les va a recordar que tarde o temprano, esto se va a acabar. Ortega se va a acabar. A pesar del daño que hacen los dictadores, siempre terminan en el basurero de la historia. Pueden leer la crónica de Maynor Salazar, sobre los eventos del 18 de Abril del 2018, publicada en Confidencial, aquí.