De donde fue Nicaragua: reflexiones al calor de unas Imperiales (a falta de Toñas)

De donde fue Nicaragua: reflexiones al calor de unas Imperiales (a falta de Toñas)

Ya me encontré una yunta en San José para andar descubriendo rincones necesarios para la sobrevivencia inevitable aquí en la Suiza Centroamericana. El amigo, oriundo de Muelle de los Bueyes, es perro al brete, bueno al tapi y mala paga, pero es buena gente y me ha sacado de clavos.

Lleva ya cinco años aquí y se conoce todos los rincones habidos y por haber. ¿Un zapatero que me remiende la suela de los Nikes imitación? Si hombre. Me lleva. ¿Dónde me puedo beber una sopita saca goma? Allá por La Merced. ¿Sabes donde me le pueden cortar el ruedo al Levis de segunda? Uh, si, doña Coquito.

Y ahí me lleva el broder cuando sale de trabajar o tiene algún tiempito libre, porque trabaja en un almacén y le sacan el jugo, pero vive contento pese a que a veces le entra cabanga porque se acaba de separar hace unos meses de su pareja “por pura payasada mía”.

No es bachiller, ni licenciado, ni pertenece al gremio de los periodistas, pero se maneja la política nica al tiro y tiene más coherencia y visión que los Monte Verde, los Restemos y el Tranque de Miami juntos.

Sandinista, NO es

¡Si hombre! Y aunque a veces viene asoleado porque lo hicieron trabajar más horas de las debidas, par de Imperiales y está de vuelta con la serenidad y la alegría sana del buen nica de pueblo.

Viene de familia Contra y le cae bien Medardo, doña Chica y Miguel Mendoza (tapudo, pero huevón dice de él). Alguna vez votó por Arnoldo y fue a marchas del partido liberal, pero luego conoció la historia de Tamalón y en palabras propias dice de él: “El hijueputa más grande después del bachi”.

Anduvo apoyando a Eduardo Montealegre y agarró color como traidor al PLC de Arnoldo, pero le valió pepino porque dice que cualquier acusación que venga de un arnoldista, o peor de un sandinista, es piropo en comparación a que le llamen sapo o zancudo a uno.

Ya estamos en un bar al que llegamos después de varias vueltas, donde las cervezas están más baratas y según él, sirven una boquita de cortesía con el cubetazo de promoción.

Hay futbol en las pantallas y Bad Bunny suena alto gritando: “Me la’ vo’a llevar a to’a, Pa’ un VIP, un VIP, ey, saluden a Tití”.

Por cierto, dice que Maradiaga le recuerda a Montealegre en “sus moditos raros”, pero no “raros de rarito”, sino raros de “medio falsillos”. O sea “falsos” le digo y le advierto que ya se le pegó ese modismo tico de llamarle a las cosas a lo Ned Flanders, con el diminutivo “illo” para todo: falsillo, baratillo, sabrocillo…

Motivo de viaje: fui a una marcha

Se vino acá por las mismas razones de media Nicaragua: en 2018 se le ocurrió irse a marchas, protestas y tranques y “le reventé las tapas a un sapo del sector”.

Por entonces pensó que podía caer el régimen y dice, a su criterio, que si el Cosep hubiera lanzado el paro indefinido “y no un día pendejo”, y la Iglesia no se hubiera sentado a darle aire a la víbora, otro gallo cantaría en “paisillo”.

“Paisito” le aclaro, pero me ignora, se bebe la birra de un sorbo grande y sigue desmenuzando su asunto.

Me dice que no cree en nada que saque al “hijueputa ese” del poder, más que la calaca, que ya lo anda siguiendo “porque dicen que hasta le cambian la sangre como cuando le cambian el aceite a los carros viejos para que duren una vuelta más”.

Aquí ya el soundtrack de la noche es más cabanguero y dos mujeres cantan con pasión “perdón si no te supe amaaaarrr, yo sé que merecíaaaaas máaaaasss”.

Entonces como ya va empinando tres Imperiales y no termina de contar el cuento, le digo que ya va siendo hora de buscar el bus y que si no se apura, va terminar pagando él la cuenta.

Se pone serio porque no le gustan esas bromas de andar pagando cuentas y entonces me suelta, ya casi una hora después, lo que me iba a decir al inicio: “Nicaragua va cambiar”.

Viene el cambio a Nicaragua

Me río esperando el resto de la broma, pero se pone serio y vuelve a ver a la mesera con cara de galanazo y le hace de seña que dos más. Que esas las paga él, me dice.

“A como te estaba diciendo: Nicaragua va cambiar… ¡pero de nombre, perro! No ves que ese par de salvajes andan tamaleando todo y solo les cambian de nombre: La Prensa, instituto no sé qué vergas. La UCA, universidad no sé qué mierda. La Upoli, no sé qué paja”.

Y goza el jodido a carcajadas por la vacilada. Pero entonces luego razona que a como van las cosas, un día cuando ya no hallen qué confiscar o a quién joder, van a decidir cambiarle el nombre y en vez de Nicaragua le van a poner Territorio Hugo Chávez, Patria de Fidel, Casa de Rubén, Patio de Diriangén o alguna alucinación de esas que se le ocurre a la Chayo (alias Vieja Arrimada).

Suena una rolita de banda mexicana de esas de modas, ya más alto el volumen porque tenemos que hablar alto para oírnos y tres coterráneos de al lado casi gritan contando chistes picantes estilo “¿qué le dijo la rusa al ruso en Rusia?”.

Me fijo que mi broder queda viendo con hambre las alitas de la mesa de al lado y que ya casi se bebe su cerveza mientras la mía está intacta porque apenas me estoy terminando la otra y no le he terminado de decir “echátela”, cuando ya se la está empinando.

Se pone serio, o ya va agarrando cara de tapi, pienso, y le digo que pidamos la cuenta y vayamos haciendo viaje, que yo voy largo del Centro.

De la casa de Morales Carazo que se piñateó Daniel Ortega

Mientras viene la cuenta se pone de nuevo reflexivo y me vuelve a decir, pero ahora sin festejos ni vulgareo, que lo bueno de todo esto de andar riéndose de las desgracias del país, con eso de “donde fue tal lugar”, es que nadie es eterno en la vida y así como ellos se ríen hoy diciendo “de dónde fue la UCA…”, un día nosotros los que estamos fuera vamos también a decir: “Dónde fue el Carmenterio”.

“Están más para allá que para acá, hermano, no te agüeves. Entre ellos mismos se van a hartar”, me dice a modo de consuelo y estira el puño en plan saludo. Llega la cuenta y le dice a la mesera “él paga”.

“Yo te invito el otro sábado, caballete”, me dice y le sonríe a la mesera que nos queda viendo con fastidio, como intuyendo que no le vamos a dar propina.

Nos vamos cada quien por su ruta y mientras espero el bus allá por La Merced, ya brisando un poquito, no dejo de pensar en que no nos sirvieron la boquita, y aparte, que en cierto modo el broder tiene razón y en algún tiempo también nosotros estaremos diciendo “de donde fue el Chipote” o “donde fue la Hugo Chávez” …

Después de todo, nadie es eterno en el mundo.