Hablamos con Lizeth, mamá de Alvarito Conrado sobre el trato que ha recibido de parte de Daniel Ortega y los sandinistas

Hablamos con Lizeth, mamá de Alvarito Conrado sobre el trato que ha recibido de parte de Daniel Ortega y los sandinistas

Alvarito Conrado. Basta con decir ese nombre a cualquier nicaragüense (y uno que otro chele), para escuchar la respuesta «me duele respirar» con una voz quebrada. Y es que hace dos años, Nicaragua cambió el día que los paramilirates de Daniel «El Masacrador de niños» Ortega le dispararon a un grupo de niños que andaban protestando allá por la UNI. Y cambió aún más cuando sus doctores sandinistas negaron la atención de Alvarito en TRES OCASIONES DIFERENTES, hasta que murió por no ser atendido. Como mi tío Manolo, famoso por ser victima de una gracia parecida de parte de Somoza. Claro, mi tío era un señor ya mayor, quien seguro sabía que comer 3 servicios de fritanga de preparito para la cena, no era «el secreto para llegar a los 90 años».

Alvarito en cambio era un niño. Y aunque no era pariente mio, duele más. De hecho, pocas cosas duelen tanto, como lo que le pasó a Alvarito en los primeros días de la revolución cívica de abril 2018. Y hablo del país entero. Porque a todos nos duele. Ahora ¿Se imaginan cómo le dolerá a su familia? ¿A su madre?

Pues bien, ayer nuestra corresponsal en Francia habló con doña Lizeth, la mamá de Alvarito. Pueden leer más abajo lo que le ha tocado vivir por culpa de los sandinistas.

«Daría cualquier cosa por tener a mi hijo de vuelta»

Como SOS NICARAGUA FRANCE tuvimos el honor de conocer a Lizeth (madre de Alvaro Conrado) y a Josefa (madre de Jonathan Morazán) el 13 de marzo cuando vinieran en el marco de una gira en Europa para buscar justicia por sus hijos y los de todas las madres que conforman la Asociación Madres de Abril (AMA). Después de haber participado en la 43° de sesiones del Consejo de Derechos Humanos (24 de febrero al 20 de marzo de 2020); un foro debate fue organizado en París por el CCFD-Terre Solidaire, SOS Nicaragua France y el Colectivo de Solidaridad con el Pueblo de Nicaragua.

Ayer 20 de abril del 2020, se cumplieron dos años desde el asesinato de Alvaro Conrado, el primer menor de edad ultimado por el régimen Ortega-Murillo. Cuando hablamos con Lizeth un torozón se le traba en la garganta y su voz tiembla como si nuevamente le hubiesen dado la noticia hace unos momentos.

« Nosotros vivíamos bien, con dificultades; pero en familia. Mi hijo estudiaba, tenía un futuro por delante, tenía planes. Yo preferiría mil veces no haber conocido ningún país, no tener ningún hijo héroe, sólo con tal de tener a mi hijo de vuelta. », nos dijo.

Lizeth nos comentó cómo Alvarito era un adolescente aplicado e independiente en sus estudios. Se había destacado en atletismo porque él decía que esa disciplina podría conseguirle una beca para estudiar fuera, trabajar bien y ayudar a proveer para el resto de la familia.

Ha sido muy duro para todos en su familia desde el primer día. Lizeth no pudo levantarse de la cama por más de un mes, sentía que no tenía fuerzas para seguir adelante, un dolor inmenso le invadía el cuerpo. « Yo quería abrir los ojos y darme cuenta que era un sueño, una pesadilla, que lo que yo pasaba no era realidad. Yo quería que la muerte de mi hijo fuera mentira. », nos dijo. Fue su propia madre quien la obligó a pensar en sus otros dos hijos, y quien la ayudó a sobreponerse para continuar con la vida.

Una vida que nunca más volvió a ser igual. Empezando por el asedio constante que aún el día de hoy sufren por los simpatizantes del gobierno, y que comenzó desde el mismo día de la vela de Alvarito. Ese día llegaron motorizados a aterrorizar con disparos al aire a las personas que se encontraban sentadas en la calle frente de la casa. La familia tuvo que dejar todo afuera, cerrar las puertas y enfrentar solos su dolor durante esa larga noche. Hoy en día todavía pasan personas en frente de su casa, gritando improperios y amenazas ; que duelen e inquietan al mismo tiempo.

Lizeth continúa movilizándose para su actividad económica, que ha sido afectada también por la situación ; pero lo hace mayormente en transporte colectivo para tener testigos en caso de que un día le fuera a ocurrir algo. Adicional a esto, se dedica a la labor de la Asociación Madres de Abril ; un refugio que las madres han encontrado para intercambiar fuerzas entre ellas y no sentirse solas en sus dolorosas pérdidas. A la vez, la asociación se ha convertido en un foco de amenazas de parte del régimen, y a veces hasta críticas de parte de algunos otros. Si las encuentran en un lugar público tomando un café, o si se aventuran a cruzar el océano para buscar la justicia que todavía no encuentran en Nicaragua, pueden llegar a ser duramente señaladas.

Todas estas muertes han enlutado familias enteras. Al igual que todas las víctimas, Alvarito además de hijo, era hermano, nieto, primo, sobrino. Su abuelita busca refugio y consuelo en su iglesia. El era el hermano mayor, su hermanito cumiche lo extraña ; y a quien le ha dejado un vacío inmenso es a su hermana menor, con quien tenía sólo un año y medio de diferencia de edad. Lizeth no puede evitar que se rueden sus lágrimas al explicar que ella ha intentado consolar a su hija en vano. Este año que ella cumple 15 años, se negó a tener ningún encuentro familiar, únicamente una misa. « ¿Ya para qué mamá ? ¿No mira que mi chambelán ya no está ? », le dijo. Y es que él fué su compañero de juegos, quien la cuidó desde niños, quien le había prometido que iban a estudiar juntos fuera del país, a quien le reclamó frente su ataúd por haberse ido….

Tanto para Lizeth como para Josefa, ha sido muy difícil haberse quedado confinadas en otro continente a causa de las restricciones de viaje por el COVID-19 ; estar lejos de sus otros hijos que las aguardan ansiosamente a que puedan regresar. Pero así como han tenido que llenarse de paciencia para seguir el duro camino hacia la justicia en un país donde reina la impunidad, se han llenado de coraje para aguardar el regreso a Nicaragua.

Hoy recordamos a este valiente jovencito de mirada limpia y corazón noble ; que no pudo evitar el llamado de su alma, ese héroe involuntario que hoy tendría 17 años y ya sería bachiller. Hoy reiteramos también nuestro compromiso con las madres de abril de acompañarlas en su búsqueda de justicia, para que finalmente ellas puedan comenzar el proceso de sanación de sus profundas heridas.