La «economía creativa» llega a la Policía Sandinista (y no, no hablamos de las clásicas mordidas)

La «economía creativa» llega a la Policía Sandinista (y no, no hablamos de las clásicas mordidas)

Esta es una historia de la vida real. Los nombres y circunstancias del protagonista han sido cambiados para proteger su anonimato. También nos hemos tomado algunas libertades con el lenguaje, pero créanme…¡todo lo que relato a continuación es verídico!

Adios Nicaragua, mucha paz batracia

Esto le pasó a un chele. Es extranjero, pero nica de corazón. Pero este episodio le puede pasar a cualquiera. Es más, en este momento, segurito le esta pasando a alguien.

El Chele ya no reconoce el país donde escogió vivir. Échenle la culpa a Masacrín, y su camarilla de parásitos, cómplices y tontos útiles. Ir a Migración a cada rato para verle la cara a un funcionario, y que este te recuerde que «Daniel se queda» no es agradable. Ni práctico. Especialmente si a unas cuantas horas de distancia tenés otro país, perfectamente funcional, donde podés vivir en paz.

MINGO: donde el amor de los extranjeros por Nicaragua llega a morir

Por eso, nuestro amigo Chele decide irse. Entre las cosas que tiene que vender está su carro. Digamos que es una camioneta de tina. «Con motor que no calienta / y sirena que hace ‘pux'», como decía GeErreEne. Un brother suyo está listo para comprársela. Por eso, el Chele va a tramitar un registro a la Policía de Tránsito.

Es una gestión burocrática, normal. Pero nada es normal en Nicaragua. El Chele está a punto de entrar en el último círculo del infierno. Si el infierno estuviera poblado por idiotas.

Aquí tienen diálogo que sostuvo en la puerta del Tránsito, con comentarios incluidos.

Sucedió en el Tránsito (la policía, no el balneario)

– ¡Buenas!

– Un momento, compañero…¿a qué viene, Chele?

– A hacer una gestión de un carro que voy a vender.

– Fíjese que no se va a poder.

– Ideay…¿y esta no es la Policía de Tránsito?

– Sí, pero aquí no puede entrar así.

– ¿Así cómo? ¿A pié? ¿Tengo que meter el carro?

– No. No puede entrar en shorts.

El Chele se queda atónito. Su mente trata de asimilar lo que está pasando.

Aquí tenemos que hacer una pausa para aclarar que en efecto, el Chele viste unos shorts. Son estilo «cargo», con bolsas extras al lado de las piernas. Los compró en una paca AAA, porque él no es fachento. A su esposa no le gustan, pero en el calor de Managua, son súper cómodos. Mejor que cualquier cosa que desfila en la pasarela de Nicaragua Diseña.

Así eran los shorts del Chele, pero mas bacanaleados y medio luyidos

Sigamos.

Por el bien de todos…tapate las tabas

Una vez asimilada la sorpresa inicial, el Chele hace la pregunta obvia.

– Pero…¿por qué?

– Es el reglamento.

– ¿Cuál reglamento? ¿El de tránsito? No recuerdo haber leído nada así…

– No, es uno nuevo. Acaba de salir, la semana pasada.

– Fíjese que mi esposa es abogada, y en mi casa leemos La Gaceta como si fuera novela. Y no recuerdo haber leído nada de eso.

– Es que es normativa interna.

– ¿Y entonces, como hago para hacer mi papeleo?

– Va tener que venir otro día, con pantalón largo.

El Chele se detiene a pensar un segundo. Cuando estaba recién llegado, hace 10 años, se sollamó por andar de blue jeans, y juró que nunca iba a volver a sufrir eso. ¿Cómo preservar su integridad física y hacer el papeleo de su camioneta?

Ni que BB King y Bruce Willis me los venda, dice el Chele

Como buen ciudadano del mundo civilizado, dijo lo que toda persona dice cuando tiene un problema en la gestión de un servicio.

– ¿Puedo hablar con su superior?

– Casualmente ahí viene la Jefa.

¡Llega la ley!

No crean que la Jefa es uno de esos manga chinga chapiollos. No es de ese millar de oficiales que salieron graduados la semana pasada, después de hacer un cursillo express en estrategias de represión y cómo bailar el Zequeda. Tiene décadas en la institución. Ha pasado todo el proceso de profesionalización. Cuando los batracios dicen que «van con los azules», hablan de ella.

La Jefa se asoma a la puerta para comprar una bolsita de tajadas con extra de cebolla, porque a ella la atrae el peligro.

El Chele, inoportuno, interrumpe su conversación con la vende tajadas. No sabe que la salvó. Justo en ese momento, le iban a cobrar todo lo que había fiado la semana pasada.

– Disculpe, oficial, ¿cómo es eso que no se puede entrar en shorts?

– Así es, compañero Chele. Este no es un balneario. Es una institución seria.

– Dígame…¿usted cree que el Ministerio de Gobernación es una institución seria?

– Por supuesto, compañero. ¡De ahí nos vienen los viáticos!

– ¿La Alcaldía de Managua?

– ¡Claro que es una institución sería! Si ahí manda mi moreno favorito, Fidel. No le diga a nadie, pero es mi crush batracio.

El crush batracio

– ¿Y el MINSA?

– Por supuesto que es un modelo de seriedad. La Sonia Castro es mi ícono de la moda. Me encanta cómo se disfraza de piñata, cuándo tiene que ir a hacer de impulsadora en las jornadas de vacunación.

¿Cuando, Nicaragua Diseña?

– Pues fíjese que vengo de Gobernación, de la Alcaldía y del MINSA. Y en todas esas instituciones me dejaron entrar en short.

La Jefa hace una pausa. Piensa en cómo se vería Fidel Moreno en shorts…pero el Chele se queda ahí parado en frente de ella, como demandando una respuesta.

– Es que cada institución tiene sus propias reglas.

– Entiendo, ¿pero por qué ustedes tienen esa regla?

– La Jefa se queda pensando. La imagen de Sonia Castro en shorts aparece en su mente.

– ¡Es por el COVID!

Ver tus canillas peludas le baja las defensas a cualquiera

El Chele se queda helado. Tiene un poquito de stress postraumático, de cuando llegó a Nicaragua y le hacían bullying por sus canillas peludas.

Una vez superado ese momento, empieza a pensar si quizás la OMS o la Secretaría de Salud gringa dijeron algo que no escuchó. ¿Será que ver piernas peludas te hace vulnerable al coronavirus?

Anda depilate, Chele

Pero no…lo que pasa es que cuando tenés tiempo de vivir en Nicaragua, y te enfrentas con una cosa absurda, el primer reflejo es creer que sí es posible. Porque en Nicaragua todo lo ridículo es posible. El Chele recupera la cordura.

– ¿Y que tiene que ver el COVID con mis piernas?

La Jefa ya está harta de lidiar con el Chele impertinente. Sus tajadas se están poniendo suaves en el vinagre.

– Lo siento mucho, pero va a tener que volver otro día, con pantalón largo, como gente seria.

En eso, una mujer de shorts pasa al lado del Chele, y entra sin que siquiera le dirijan la vista la Jefa y el Manga Chinga de la portería.

– ¡¡¡ ¿¿¿Y ESA SEÑORA QUE ACABA DE ENTRAR EN SHORT???!!!

La Jefa ni parpadea.

– Es que ella es mujer. La regla es solo para los hombres.

La Jefa se voltea y se va. Las tajadas están suaves, embebidas en vinagre. Maldito Chele.

Una última oportunidad

Ni modo. El Chele se da la vuelta, resignado ante la idea que tendrá que regresar al día siguiente. Y ese momento, escucha que alguien lo llama.

– ¡Pssst!¡Pssst! Oe, Chele…veni.

– ¿Qué fue?

– ¿No te dejaron entrar porque andas en short?

– Sí hombre. Ahora voy a tener que regresar mañana…

Nuay falla, Chele. Aquí ya te resolvemos.

– ¿Cómo? ¿Vos me vas a hacer el trámite?

– No, Chele. Estamos alquilando pantalones. Ahí atrás en una caseta tenemos de todas las tallas y modelos que querrás. Tenemos bluyines, khakis, unos de tela estampada bien elegantes, sudadera deportiva. Todos vienen con lo que es su faja. Vos pedí gusto.

– ¿Están alquilando pantalones?

– A 50 pesitos la media hora. Y si te gusta, te lo vendo a buen precio. ¡Te lo llevas puesto! Tenemos unos rojinegros tuanis. Con esos te atienden más rápido, pero cuestan extra.

¡Pero ponete la camisa, maje!

El Chele se rio bajito, para sí mismo. Se había venido huyendo del capitalismo, pero el capitalismo lo alcanzó.

Esto es un nivel superior a la venta de elotes. La Policía Orteguista fabricó artificalmente una necesidad – ¡pantalones para los incautos que vienen de short! – . Y ahora, cobra por satisfacerla. La Compañera Rosario estará orgullosa. ¡Esto si es «economía creativa»!

Porque claro, de algún lado tiene que sacar la Jefa para pagar las tajadas.

Buen viaje, Chele. Lo tuyo también es exilio, aunque estes regresando al lugar donde naciste.

Cada elote viene con lo que es su secuestro