Nicaragua te presentamos al acompañante de la farsa electoral Ben Norton (de Rusia con amor, al billete)

Nicaragua te presentamos al acompañante de la farsa electoral Ben Norton (de Rusia con amor, al billete)

Recientemente Facebook publicó un informe donde se confirma lo que ya muchos sospechábamos: El gobierno de Daniel Ortega tiene una red de personas que opera en las redes sociales para sembrar confusión, atacar a opositores, amenazar a críticos y promover la narrativa oficial. Si no lo has leído, aquí te lo resumimos.

Como recrear estas cuentas no se permite bajo los términos de uso de Facebook, nosotros hicimos nuestra labor humanitaria y reportamos todas las páginas nuevas para que también fueran cerradas por el equipo de Facebook.

Chistosamente, para un prixito bien especial, lo que hizo Facebook fue horroroso y demuestra «claramente» que existe una agenda imperialista para acabar con la libre expresión de los sandinistas por medio de la censura política en redes sociales.

Ese día, Ben Norton pasó tan angustiado que posteó más de 20 tweets para denunciar las acciones de Facebook.

Yo soy un maje bien paciente (no es por nada que estudié botánica cuántica), pero cuando esta caricatura pone tanto esfuerzo en defender a los troles que han pasado hostigando y amenazando con impunidad total a personas que se oponen a la dictadura del Carmen, me entraron ganas de averiguar de donde salió este maje. Después de todo, cuando Masacrín metió preso a periodistas y allanó oficinas de medios independientes, el chele no dijo nada. ¿Qué raro, no?

¿Quién es Ben Norton?

La historia de Ben es bien extraña. A simple vista, es un maje de izquierda que se junta con los gobiernos más nefastos del planeta, pero mientras más investigas, más interesante se pone la cosa.

Para entrar en contexto, empecemos con los siguientes tweets publicados en el 2014:

Hace 7 años, Ben y Max Blumenthal describían a los regímenes autoritarios de Saddam Hussein, Muammar Gaddafi y Bashar al-Assad como dictaduras brutales. Era tanto su odio hacia estas figuras que, en el 2012, Max hasta renunció de su puesto como reportero en Alakhbar porque el medio libanés resulto ser simpatizante del régimen sirio.

Un poco después, público un artículo para explicar su renuncia, afirmando que «el derecho a resistir es universal». Chocho Max, todo un Salvador Allende. ¡100% de acuerdo, prix!

Por su lado, Ben Norton argumentó lo siguiente en otro tweet:

¿Su punto? Si apoyás a al-Assad, existe un 69% de probabilidad de que seas un fascista occidental.

Sin embargo, en el 2015, algo cambió y el duo dinámico empezó a defender la carnicería del regimen de Siria. 

De repente, eso del «el derecho a resistir» se fue en el inodoro y empezaron a atacar a cualquier movimiento que amenazara el poder de al-Assad y otros regímenes dictatoriales alrededor del mundo, incluyendo el de Masacrín empezando en el 2019.

¿Qué onda con este cambio tan radical? ¿Cómo pasa uno de atacar a apologistas de dictadores a convertirse en uno?

El bacanal en Moscú

En diciembre del 2015, antes de que Daniel Ortega se convirtiera en Masacrín y la Chayo en la Vieja Arrimada, un grupo de tres invitados especiales asistió a un mega bacanal en Rusia organizado por Putin para celebrar el 10mo aniversario de Russia Television (RT), una cadena internacional de medios que opera con fondos del Estado ruso.

De estos tres invitados estadounidenses, dos contribuyeron directamente a la victoria a Donald Trump (el candidato favorito de Putin) en las elecciones del 2016, y uno ahora trabaja a beneficio de Masacrín.

La primera invitada especial fue Jill Stein (abajito a la derecha), la candidata presidencial por el Partido Verde de Estados Unidos como tercera alternativa a los dos partidos principales. Su participación en las elecciones un año después contribuyó a la victoria de Donald Trump porque el margen de votos que recibió en Pennsylvania, Michigan y Wisconsin le quitó la victoria a Hillary Clinton. La ex-Secretaria de Estado se encachimbó tanto que acusó a Stein de ser una herramienta de los rusos.

El segundo invitado especial fue el general Michael Flynn, el chele narizón sentado al lado de Putin. En ese entonces, el ex-director de una agencia de inteligencia estadounidense era asesor para la campaña presidencial de Donald Trump. Por un discurso que dio en ese bacanal en Rusia, Flynn recibió $45,000, y un poco después, recibió más de $20,000 por dos discursos más que dio en ese país. 

¿Cómo se dice sospechoso en ruso?

¡сука блять, compañero!

Curiosamente, cuando Trump ganó en el 2016, Flynn fue nombrado Asesor Presidencial de Seguridad Nacional, pero en ese puesto duró solo 22 días porque «renunció» después de que se supo que tuvo unas conversaciones secretas super raras con el embajador de Rusia. Luego, en el 2017, se vio obligado a registrarse como agente extranjero en Estados Unidos después de admitir que había cabildeado a beneficio del gobierno de Turquía por una pequeña suma de $530,000.

Cuando Trump perdió las elecciones del 2020 e insistió que hubo fraude, Flynn le sugirió suspender la constitución, silenciar a los medios de comunicación, y repetir las elecciones bajo un estado de ley marcial. ¿A quién te suena esto, y quién podría haberle dicho a Flynn que esta era una brillante idea?

La insistencia de Trump culminó con un asalto al Congreso estadounidense en enero de este año, y como resultado, Twitter cerró las cuentas de Flynn y Trump por incitar a la violencia, más o menos como hicieron con la red de troles sandinistas.

Dime con quien andas y te diré _____ ____

¿Si los primeros dos invitados ayudaron a Rusia con sus acciones, que hizo el tercero?

Un mes después de ese bacanal, el tercer espécimen empezó un proyecto digital llamado TheGrayzone, y el año siguiente registró una empresa llamada Active Measures Media LLC con un colega de Russia Television. «Active measures» (medidas activas) es un término que inventaron los rusos hace 100 años para describir la guerra política que se ejecuta con programas de desinformación, propaganda, subversión y espionaje.

¿Ya adivinaste quien es el prix?

Pues, sorpresa, es Max Blumenthal.

Como todo Batman necesita a su Robin, reclutó a Ben Norton para operar como agentes del caos a beneficio de Rusia y sus intereses geopolíticos en contra de los Estados Unidos. Es decir, estos dos estadounidenses son, en términos batracios, vendepatrias.

En su defensa, los cheles me van a salir con que no son anti-Estados Unidos, solo repudian su establecimiento político. ¡Qué curioso, nosotros tampoco estamos en contra de Nicaragua, solo repudiamos a los asesinos y criminales del Reino Batracio!

Cabe mencionar que Max es hijo de Sidney Blumenthal, el 7-puñales versión yanqui, consejero personal y defensor a muerte de la familia Clinton. Más profundo en el aparato político estadounidense no se puede estar, así que ese discursito anti-establecimiento de Max es pura paja.

¿Qué hace Ben en Nicaragua?

Aunque dice ser investigador periodístico, el sol no se tapa con un dedo. Como Ben es de los cheles que ayudan a Masacrín, nunca se ha molestado en reportar la verdadera censura política que existe en Nicaragua.

¿Dónde estuvo cuando encarcelaron a miembros de 100% Noticias y cerraron sus oficinas? ¿Pidió justicia cuando allanaron y clausuraron a Confidencial? ¿Reclamó cuando a La Prensa le retuvieron el papel en la aduana? ¿A quién defendió cuando turbas sandinistas amenazaron y atacaron a periodistas y reporteros de medios no-batracios? ¿Qué dijo cuando el Consejo Sandinista Electoral empezó a volarse la personería jurídica de todos los partidos opositores?

Nada. No dijo nada.

Tampoco habla de la advertencia que le mandó la Vieja Arrimada a Hideki Vision y ni se mosquea por investigar las amenazas que recibió Juan Sebastián Gomez por sus videos.

Una vez le pregunté a Juan Sebastián si había recibido amenazas por su sátira y esto fue lo que me respondió (con permiso para publicarlo):

«Pues mira amenazas siempre he recibido y gente cercana a mi pero por redes, llamadas y cosas así, lo que sucede es que suele ser gente de bajo rango y solo quieren asustar entonces ni les prestamos atención ya, pero el viernes llegó un grupo de fuerzas de choque a la casa de gente cercana a mi a decir que me hicieran llegar el mensaje de que ya estaba la orden dada de callarme al precio que sea, empezaron a mencionar una cantidad increíble de información sobre ellos y mía que solo podría obtener alguien con mucho poder dentro del Estado, y que si continuaba con mis denuncias en los videos ya la orden estaba dada de que iban a llegar a desturcarlos y desbaratarles la casa ya que yo no estoy en el país»

Juan Sebastián Gomez

Para Benjamin Norton, la libertad de expresión está reservada solo para anti-imperialistas, mientras que para los demás, las únicas opciones son cárcel, exilio, o silencio. Su trabajo como altoparlante de la Vicepresidencia ha contribuido directamente a los atropellos que vemos cada semana en el paisito.

Ben Norton, entonces, no es un periodista, sino un ideólogo, o peor, un mercenario de la información al servicio de sus clientes (o maestros, porque ya estás bien enganchado, prix).

¿Qué podemos hacer?

Como Ben opera dentro de una red mediática con mucho capital y poder detrás, no existe manera alguna de dialogar con él porque la flexibilidad no es parte de su trabajo. No importa cuantas pruebas tengas para presentarle argumentos, su labor principal consiste en desviar la conversación e impulsar una narrativa oficialista para beneficiar a Daniel Ortega a toda costa.

Nosotros lo invitamos al mejor podcast del universo para platicar de Nicaragua, pero nos dejó en visto, con doble-check y en azul. Al parecer se nos puso chiva porque sabe que defiende lo indefensible.

Por eso, lo único que podemos hacer es denunciar sus actividades hasta que algún medio o congresista en su país tome nota e investigue la naturaleza de su trabajo.

Resistir, despues de todo, es un derecho universal. Sino preguntale al compañero Max.

Aquí tienen a Mincho embarrándola, confirmando que nadie fue a votar