Por qué Manolo Morales es un ejemplo raro de «políticos buenos» en Nicaragua (no es por ser mi tío)

Por qué Manolo Morales es un ejemplo raro de «políticos buenos» en Nicaragua (no es por ser mi tío)

Agárrense duro, que voy a hacer una revelación tipo novela de Televisa en su última semana. Yo no me llamo Bacanalnica.

Es cierto. En realidad me llamo Manuel y me apellido Díaz. No se maten buscando parentesco, que el Díaz viene de Panamá y ya no queda ni uno en Nicaragua. Después del 2018, todos salimos corriendo por culpa de Daniel «El Masacrador de niños» Ortega.

Mi otro apellido es Morales y de esos sí hay muchos todavía. Varios se llaman Manuel, como yo, porque aparentemente en el siglo 20 la gente de Nicaragua se creía modelo de carro: siempre mismo nombre, solo variaban el año.

Uno de esos Manueles Morales es mi tío Manolo. El del hospital, allá por el Huembes.

Mucha gente cree que mi tío fue uno de esos héroes y mártires sandinitas (seguro estudiante de medicina) y que por eso le pusieron el nombre al hospital. Pero no, el Señor nunca fue sandinista. Fue social-cristiano y de profesión, abogado.

Dicho de esa manera, aunque preciso, suena a que estoy charruleando a mi pobre tío. No saben cuántas veces en mi vida, gente que lo conoció, me ha felicitado efusivamente, solo por ser su pariente. Es de esas personas que dejó huella en los que lo conocieron o supieron de él.

Eso me lleva al tío Mauricio Díaz (parentesco postizo). Él es uno de los que celebra el legado de mi tío Manolo, siempre que puede. Casualmente ayer me envió un artículo, que me gustaría compartir con ustedes en un gesto de nepotismo, muy propio de Bacanalnica:

En memoria de Manolo Morales

Un 10 de agosto de 1975 falleció, por falta de atención médica, Manolo Morales Peralta, en lo que fue el hospital oriental de Managua bautizado por voluntad de la ciudadanía como “Hospital Manolo Morales”. El gobierno de Arnoldo Alemán pretendió cambiarle el nombre, pero hubo una resistencia silenciosa y fue imposible, por lo que sigue siendo el hospital Manolo Morales, o el Manolo como lo llaman quienes lo visitan. 

Manolo fue un político socialcristiano íntegro e integral que ponía sus conocimientos en las ciencias jurídicas y sociales y la política al servicio de los más necesitados, de los trabajadores, de los obreros, de los campesinos y, muy especialmente, de sus estudiantes en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Centroamericana (UCA). 

Hombre testimonial de teoría y práctica, de la palabra y de la acción, como lo demostró en incontables ocasiones de su vida, como opositor a la dictadura somocista, fue el abogado de la Federación de Trabajadores de la Salud en sus grandes huelgas de alcance nacional, que forzaban a la dictadura a tener que negociar los pliegos petitorios de los sindicatos, cuando había sindicalismo libre. 

Decía que la política como arte del bien común, no solamente era “el arte de las posibilidades”, sino que de crear las posibilidades, y para esos objetivos tenía la audacia de un conspirador capaz de plantear que la lucha armada no era patrimonio de las izquierdas sino que, inspirado en Santo Tomás de Aquino recitaba: “Si el Señor no señorea justamente el pueblo puede y debe rebelarse” y buscó medios militares para enfrentar la dictadura y creó células que se entrenaban en el uso de armas para realizar acciones audaces, como pretender asaltar la casa hacienda El Retiro, residencia de Anastasio Somoza Debayle, luego del terremoto de 1972 

Su formación académica le permitía elaborar propuestas desde una visión crítica al marxismo materialista, ya que sostenía que el error del materialismo dialéctico es partir de análisis estrictamente cuantitativos, por lo que adolecían de lo que él denominaba el “homúnculo teofánico” el hombre como creación de Dios y no sólo el individuo material usado para la lucha de clases como simple objeto material, sino el ser espiritual y trascendente que no se realiza con la sola satisfacción de sus necesidades elementales, materiales, sino que aspira a la libertad y a vivir en democracia. Aspiración aún inconclusa en nuestro país.

El “gordo bueno” como cariñosamente le llamábamos es un ejemplo de un verdadero político que la consideraba un servicio que él daba a su país desde una visión humanista e inspirado en los tres pilares del pensamiento demócrata y socialcristiano: “la política al servicio de la dignidad de la persona humana”; “la primacía del bien común” por sobre intereses individuales y “la perfectibilidad de la sociedad civil” para entender que no hay sociedad humana perfecta sino perfectible. 

Sostenía como definición de Estado que éste es “un conjunto de estructuras especializadas que se organizan en la sociedad civil para preservar el bien común” nada de instrumento de dominación de una clase sobre la otra o, como lo que ha terminado siendo el Estado en Nicaragua, pervertido, partidarizado para servir a intereses familiares en nombre de una revolución inexistente.

A 45 años de su partida sus planteamientos anti dogmáticos y su ejemplo, son una excelente lección para quienes pretenden conducir los destinos de una Nicaragua en pobreza, en pandemia y aún bajo dictadura.

Managua 14 de julio 2020

Por Mauricio Díaz

Yo no conocí a mi tío Manolo. Pero he escuchado historias. Recuerdo la del poste de luz: mi tío pesaba casi 300 libras y en una trifulca con la Guardia Nacional, según él se escondió detrás de un postecito de luz.

La historia más famosa es sin duda la de su muerte, como al igual que Alvarito Conrado, la Guardia le negó atención médica y murió a las puertas de un hospital.

El tío me inspira a seguir su ejemplo, a pesar de no ser religioso, no ser social-cristiano y no ser abogado (tengo el diploma, pero guacala). Creo que sería igual, aunque no fuera mi pariente.

Por eso comparto este testimonio. En Nicaragua necesitamos re-descubrir sobre los políticos buenos. Los que están al otro extremo de Wilfredo «El Parásito» Navarro. Es importante creer que otra forma de hacer política es posible. O mejor dicho, conocer que otra forma de hacer política ya ha sido posible.