¿Soy un doble moral? (sobre la invasión rusa a Ucrania)

¿Soy un doble moral? (sobre la invasión rusa a Ucrania)

Con esto de la invasión de Putin contra Ucrania he sentido una profunda indignación; me ha resultado una bajeza cómo esta potencia, en aras de proteger sus intereses, se ha ensañado contra una pequeña nación.

Como quien grita consignas, he expresado mi oposición a que los imperialismos pasen por encima de la soberanía de los pueblos. Sin embargo, al despegar la mirada del celular y mirar alrededor me percaté de que vivo en Panamá, sí, Panamá, esa pequeña república que fue invadida por Estados Unidos en 1989.

Cómo fue la invasión de Panamá, la última intervención militar de EE.UU. en América Latina

Sentí entonces el peso de una contradicción: las invasiones son malas, pero yo estoy en Panamá disfrutando de democracia y prosperidad.

¿Estaría igual de bien este país si los gringos no se hubieran metido y el corrupto militar Noriega hubiera conservado el poder? ¿Hay “invasiones buenas”? ¿Soy un doble moral al no criticar con la misma convicción al imperialismo gringo y al imperialismo ruso? ¿Creo en la “soberanía” a conveniencia (así como Masacrín) y en realidad soy un hipócrita? 

Si uno aspira a ser coherente y no ser un fanático, toca autoexaminarse continuamente. Siempre debemos considerar que estamos equivocados y reevaluar lo que creemos, porque a veces los humanos somos como perros de rancho: solo el primero sabe por qué ladra, el resto ladra porque escucha al otro ladrar.

Te vamos a poner incómodo

Por lo tanto, te invito a preguntarte con sinceridad: si repudiás la invasión a Ucrania, ¿repudiás con el mismo fervor la invasión a Panamá?

¿Sí?

¿No?

¿Por qué?

Pensalo, seriamente, pensalo.

Mi resultado tras este ejercicio de reflexión fue el siguiente: he descubierto que la soberanía, en realidad, no es lo que más me importa. Lo que me interesa es que todas las personas puedan habitar en democracias donde se respeten sus derechos, donde sean iguales ante la ley y tengan oportunidades para realizarse.

¿En las democracias occidentales se logra esto? No, pero al menos hay un ideal de lograrlo y con el tiempo se han alcanzado ciertos avances concretos. Si bien todas las invasiones responden a los intereses de potencias agresoras, serán menos detestables aquellas que por casualidad brinden el beneficio colateral de derrocar a una dictadura y establezcan un sistema democrático (cosa que raramente ocurre).

Por tal motivo soy tibio a la hora de condenar que los gringos se metieran a sacar a Noriega de Panamá y condeno que el déspota de Putin quiera impedirle al pueblo ucraniano buscar prosperidad integrándose de lleno al resto de Europa.

Te vamos a poner cómodo

Para cerrar quiero proponerte un último ejercicio de imaginación:

¿Qué creés que sentirías si vieras sobre los cielos de Managua a decenas de helicópteros extranjeros lanzando misiles sobre una fortaleza ubicada en El Carmen?

¿Te indignarías por esta agresión en territorio nicaragüense? ¿Saldrías a luchar o saldrías a celebrar? 

Espero más abajo tus comentarios.