Daniel Ortega promete a sandinistas que (por palmados) son inmunes al Coronavirus. Compañeros infectados están dudosos, pero se aguantan

Daniel Ortega promete a sandinistas que (por palmados) son inmunes al Coronavirus. Compañeros infectados están dudosos, pero se aguantan

Mientras el gobierno de Daniel «El Masacrador de niños» Ortega está ocupado echando presos a los vende hojas de eucalipto y haciendo maromas baldor con los números del Coronavirus, los expertos con muchos PHDs en sociología, estadísticas y salud ambiental, estamos para nada alarmados por un patrón que se está dando en Nicaragua. Basados en los pocos datos que tenemos del MINSA (y más que todo los cuechos que nos caen en WhatsApp y Twitter), hemos notado algo que ya esperábamos: que el Coronavirus está afectando en mayor proporción a los batracios, que a la población humana.

Antier Nicho Marenco y Orlando Castillo, ayer Edwin Castro, hoy el maje ladrón del INSS (Roberto Lopez). Ya se palmaron por lo menos dos comisionados de la Policía. El sapito de los Pollos Caldera está pegado y don Otto de la Rocha dicen que no llega a Mañana.

Los científicos (de UNEN) no se explican por qué, siendo todos ellos batracios con carnet del FSLN, están siendo afectados por un virus que el Comandante ya había erradicado con aquella marcha de bienvenida y con las millones de visitas que hizo el MINSA (sin máscaras, ni nada). Están perplejos en la comunidad científica de UNEN. Como cuando les preguntas «oe ¿y vos de qué te graduaste?».

Nadie está sorprendido que los sandinistas sean los más Coronavirosos

Según un titular que vi en Facebook, de esos que a la legua se ve que alguien se lo sacó del fundillo, leí que el 80% de los casos de Coronavirus en Nicaragua, son sandinistas. ¿Será verdad? Quien sabe prix, lo que sí te puedo asegurar, es que en Nicaragua no hay manera de sacar una estadística creíble.

Sin dar un número, o un porcentaje, o sea que al ojo, a como lo hace el MINSA en sus reportes oficiales, te puedo decir que en efecto, la mayoría de los casos de COVID-19 en Nicaragua, sí son sandinistas. Personas inocentes (tan inocentes como los dos niños de la familia Velásquez Pavón que murieron quemados), que confiaron más en Masacrín, que en el 99% de los científicos del mundo, ahora andan pegados.

Es triste, porque casi nadie se lo esperaba. Digo, «casi nadie» .. en el Reino Batracio, porque en Nicaragua todos estamos claros que Masacrín hace lo que Masacrín hace, 10 de 10, sin fallar nunca. En eso sí es consistente.

Los compañeros no están contentos con el Comandante

Es por eso que han comenzado a salir por ahí, videos de compañeros sandinistas que expresan su descontento con el Comandante. Claro, lo hacen disimulando la voz y tapándose la cara, porque chiva los paramilitares, pero se están quejando.

Ayer, un tío buena onda, de esos que lee este prestigioso blog, me hizo llegar el testimonio de uno de esos compañeros revolucionarios que no están contentos con Masacrín, para que lo compartiera con ustedes 4 lectores. Hicimos el respectivo cambio de nombre y localidad para proteger la vida del muchacho, así que no se fijen en eso. Pero todo lo demás, viene del corazón rojinegro de un batracio que ya no quiere seguir en el estanque aguantando todo tipo de maltrato y humillación:

José Miguel es un muchacho de origen campesino muy trabajador. Es muy apreciado por un amigo cercano, porque lo conoce bien y sabe que es un buen trabajador. Es originario de la comarca los Chiles en los confines del Municipio de El Coral en el Departamento de Chontales. José Miguel es un muchacho muy inteligente y esforzado, ya que ha tenido trabajos muy importantes, incluso estuvo a cargo de una pequeña finca en las montañas de Dipilto, y por su propio esfuerzo aprendió las técnicas en el manejo del café, por lo que el capataz de la finca lo designó como el segundo al mando de la finca. José Miguel viene de una familia tradicional sandinista, ya que en su comarca recibieron muy buena atención del gobierno en los programas de hambre cero, el suministro de láminas de zinc y semillas mejoradas para la siembra de granos básicos. El gobierno siempre les cumplió las promesas. Hasta les instalaron un centro de salud porque nunca habían tenido uno en el caserío de su comarca.

Tan buena gente el Comandante, como de su bolsa, hace todos esos favores a José Miguel y su familia sandinista.

Todos los pobladores son familiares entre sí, y por supuesto grandes activistas del buen gobierno, creyentes ciegos de todo lo que dice EL Comandante y su santa señora doña Rosario. Con la crisis de abril del 2018 ayudaron a identificar a los golpistas que se involucraron en los tranques, información muy útil para la represión que desataron los combatientes históricos. Estamos hablando de sandías auténticos, de convicción.

No me digas. El muchacho es paramilitar orgulloso. Vamos bien.

Resulta que la hermana de José Miguel está pegada con el COVID19 y le dijeron que se quedara en su casa. El Minsa envía una unidad de supervisión hasta su casa para darle seguimiento. José Miguel decidió que no la va a ir a ver para no contaminarse, porque ahora sí está convencido que esta situación “va en serio”.

Un primo de José Miguel de Diriamba que tiene una carpintería, murió del COVID19 y le hicieron entierro express de noche, con la diferencia que a la familia le permitieron asistir al entierro por ser afines a los ORMU.

Platicando José Miguel con mi amigo, le admitió que “La Chayo la cagó, se le fue de las manos…” “Nos engañó con el cuento de que el COVID19 no nos iba a llegar a los pobres”. “Nos estamos muriendo y a ellos les valemos verga.

Ellos están preparados y protegidos en El Carmen, y a nosotros que nos lleve la mierda”. “Creyeron que era fácil, pero ahora desataron un infierno…” En la comarca de José Miguel hay un montón de gente pegada. El nivel de decepción de José Miguel representa a mucha gente que está pasando lo mismo en las zonas rurales de Nicaragua.

A pues sí. Pobrecito el para’. Está como los sandinistas de los 80, que lloraron porque el Frente no exterminó a la Contra en el 90 y ahora son grandes anti-orteguistas (así, porque ni quiera dios confundir sandinismo con orteguismo).

En fin. Me queda claro que se acerca el día, en que Daniel Ortega va a perder el control de la situación. Y en medio de tanta desgracia, confieso que no puedo evitar sentirme un poquitín emocionado de verlo suceder. Bueno, ojala el Coronavirus me lo permita.